Para los amantes de la cerveza de barril, la historia, y la buena charla, nada más preciso que el Salón Corona. Hoy, esta cervecería “casi mítica” se ha convertido en el epicentro de tertulias, de discusiones acaloradas, y por qué no, también de los chismes sin sentido. Aquí se concentran artistas, diseñadores, periodistas, músicos, oficinistas y cualquier otro tipo de oficio y profesión, es un lugar plural donde todos caben.
Fundado en 1928, el Corona como lo llaman sus parroquianos, se ubica en la planta baja de una vieja casona del siglo XVIII, antes conocida como “Casa Borda” en honor a un prominente minero de la época. Sus paredes han sido testigos de importantes capítulos de la historia popular, un ejemplo de ello, es el Mundial de Fútbol México 86 que fue capturado en las fotografías que hoy cuelgan de ellas.
Su ambiente es singular, combina lo mejor de las antiguas cantinas del Centro Histórico y ese renovado aire cosmopolita que ha tomado este punto neurálgico de la ciudad. La carta es sencilla pero variada. Lo mismo te comes una quesadilla, un caldo de camarón, una tostada de ceviche o un buen taco de pastor, claro todo acompañado de la especialidad de la casa, la cerveza que puede ser en caña, tarro o bola.
Cabe mencionar que acá la música simplemente no existe, en cambio su atmósfera se llena del bullicio acalorado de las pláticas y risas, todo un ejemplo de lo que hoy significa ser bohemio en una ciudad de 20 millones de habitantes.
Este lugar también puede ser tomado como el pretexto perfecto para relajarse después del trabajo, para culminar una caminata, cerrar un negocio o comer con tu pareja. La atención de su gente es rápida, eficaz y con un toque de camaradería, lo que te hace pensar que estás en una gran reunión con todos tus amigos.