El sótano del edificio Bach, construido a finales del siglo XIX con un estilo art decó, fue escenario del asesinato del compositor Guty Cárdenas por un problema de faldas en 1932. Dicho suceso todavía atrae a curiosos al lugar, abierto desde 1901. Su reciente remodelación dejó casi intacta la zona VIP, en donde, según los encargados, José Alfredo Jiménez y Agustín Lara se echaron unos tragos. Ahí se mezclan muebles antiguos, candelabros, sillones estilo lounge y pantallas en el techo.
Esta antigua pulquería pretende ser un club estilo neoyorquino. Tiene el plus de ser subterráneo, pero hay un elemento que no encaja con el concepto: la música, pues en lugar de atraer a los amantes del lounge o de la electrónica, es un bar repleto de gente que baila y suda al ritmo de reguetón y éxitos del arrabalero contemporáneo. Los precios son muy accesibles y tienen un afable coctel de mezcal con tamarindo en 50 pesos, creado en honor al trovador yucateco que murió aquí por andar de coqueto.