Esta cantina podría pasar como una más, pero tiene un detalle que la hace única: con el consumo de al menos tres copas puedes repetir los tiempos del menú las veces que quieras… o que tu estómago permita. A escoger, unos ocho platillos que cambian todos los días. Quizá se pongan un poco renuentes si quieres reincidir con el cabrito o la arrachera. Sólo es cuestión de apersonarte unas tres veces con el mismo mesero para que esta condición expire, mas tendrías que brincarte varios tiempos, pues doble cabrito es sólo para profesionales del comer en exceso.
El salón es amplio y puede ser muy ruidoso cuando hay partido de futbol (tienen muchas pantallas y monitores) o pasadas las cinco de la tarde, cuando los músicos comienzan a hacer de las suyas, pero bien vale la pena la molestia. Sobre esta cantina se ubica un hotel al que puedes ingresar por una puerta muy discreta al final del salón y cercana a los servicios. Quizá por eso es tan popular entre secretarias y sus jefes.