Era el nombre de las farmacias antiguas en donde se preparaban los medicamentos. Las personas llevaba su receta medica y el Boticario preparaba el remedio… era porque no existían los laboratorios médicos como en estos tiempos.
Seguro te tocó ver la clásica imagen de estos lugares que en su interior tenían muebles de madera, vitrinas grandes llenas de frascos color ámbar con ingredientes químicos y etiquetas de papel y personas con batas blancas.
Este lugar retoma el concepto para convertirse en un clásico de la condesa, nos ofrece destilados de productores mexicanos y la variedad va de la mano con los precios. Encontrarás desde un mezcal minero –de los más pedidos– o un pechuga, pero si te gustan mas frutales tienen de guayaba o plátano, cremas de mango o coco y licores de marauyá o zarzamora; todo en un pequeño pedazo de cartón mejor conocido como “La carta”. Si la bebida te abre el apetito, puedes acompañar con un tamal de quesillo, chapulines y manzana enchilada.
El espacio es pequeño y la decoración sencilla, tienen una iluminación tenue, aunque la barra esta perfectamente iluminada con luz blanc. En la vitrina trasera tienen frascos de 120 ml. de todos los productores de destilado de agave –que, por cierto, están a la venta– unas cuantas sillas y mesas. El lugar es perfecto para ir a platicar entre semana o de precopeo, poner unas cuantas canciones en la rocola y por supuesto tomar unos buenos mezcales. En fines de semana a altas horas de la noche el lugar esta lleno y es probable que no alcances mesa, lo cual no es un impedimento para disfrutar del lugar.
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