En tiempos aciagos en los que el sur de la ciudad parece cada vez más lejano a los lugareños que no quieren salir de su cuadrante de confort, uno ovaciona que aparezcan bares en San Jerónimo.
No fueron demasiado creativos al ponerle nombre, como tampoco lo son en su decoración, con pisos de madera estilo avejentada, una terraza con techos enramados y sillas que distan de alguna creación de diseñador. A pesar de esto, lograron hacer un espacio acogedor con una terraza apta para reuniones de más de 20 personas y otro perímetro cerrado con rincones auténticos de un comedor amueblado con buen gusto y una barra al centro.
Para ser un bar de precopeo (por su cercanía con la zona de antros del Pedregal), sorprende que no tengan carta de cocteles. Los tragos de la casa son los clásicos (margaritas, mojitos, cubas) de calidad regular.
Los platillos van de opciones botaneras como pizzas y paninis, a cosas más rimbombantes, como arroz meloso al azafrán con camarones o los tacos de rabo de buey en su jugo: una versión gourmet de un buen taco de barbacoa pero con suculentos jugos; un platillo recomendable. Pese a que los meseros sugieran los tacos ensenada con mix de coles, no les hagas caso, por única ocasión elegir al buey es mejor. Para hacer juego, las tostadas de salmón, marinado con mousse de queso de cabra y vinagreta de eneldo, combinan bien. Aunque la relación costo-beneficio no es su fuerte, los platillos muestran porte (saben bien, sólo bien, pues).
Si consideramos que llevan abiertos apenas tres meses, podemos pensar que la propuesta está en proceso de cocción. Llevan buen camino, pero hace falta un mejor aterrizaje.