Llegar a este bar es casi una proeza si uno no anda bien despierto cachando al host en medio de una calle del Centro.
Este nuevo bar está muy bien escondido, justo arriba del Centro Joyero de Madero. Si ya cerraron esta plaza hay que esperar a que el host abra la reja del pasillo y sea la guía entre el silencio de los locales cerrados, como si de un lugar supersecreto se tratara.
Tres salones con pisos de madera y paredes de piedra resanada conforman el pequeño bar que también funciona por las tardes como cineclub.
Mesas de madera apenas talladas y sillas de segunda mano complementan el mobiliario que, aunque incómodo, dan esa sensación de estar en una taberna de confianza.
La carta de cerveza es su fuerte, con un centenar de opciones artesanales, la mayoría mexicanas. Los precios van de los 60 a los 120 pesos por botella.
Las bebidas se complementan con una carta de comida mexicana de precios muy moderados: antojitos, sopas o bien, una parrillada para dos, con chistorra, arrachera y nopales.
Aunque su ubicación misteriosa es parte de su atractivo, el no tener acceso directo al bar puede confundir al comensal, sobre todo si el host no está atento de los que gritan desde afuera del edificio.
Sin duda, quedará confiar en el instinto o en el olfato etílico que busque el olor a malta o avena.
Lo que sí resulta un problema es que los meseros desconocen las particularidades de la mayoría de las cervezas que venden. Tache.