Bares para cuidar la economía

Por más de dos décadas, su piso ha atestiguado los mejores pasos de la urbe dentro de sus círculos de dance-offs. Ahí, todo tipo de personajes de la ciudad –bailarines, hipsters, fresas, rucos y taxistas– se unen por el amor al desgaste de suelas. Lo mejor es ir en las noches de los ochenta, noventa y dos miles, que son mucho más amigables que las intensas de high energy.

Saciar la sed en tiempos espinosos es una hazaña, una búsqueda constante de lugares con buenos precios. Uno de ellos es esta pulquería que ofrece curados del día, provenientes de Tlaxcala.

De acuerdo, no es preciasamente el antro más barato de la Roma. Sin embargo, puedes ir en una noche sin cover y atacar directo los chupitos en la barra de abajo por 35 pesos cada uno. Pide un par de torbellinos y te comenzarás a sentir satisfecho.

Los whiskies y los jaiboles corren sin parar. Estarás en un oasis inmenso en el primer cuadro del Centro Histórico, una joya poco explorada por los nuevos paseantes de la zona, pero un clásico para los vecinos y trabajadores de las oficinas y comercios circundantes. 

Es lo mismo pero no es igual. Pata Negra y Salón Pata Negra pueden ser la respuesta a “vamos al Pata”, uno de los bares más populares de la esquina de lo que alguna vez fuera el cine Plaza y que ahora es el foro de conciertos de moda. En la parte inferior el Pata Negra es el lugar ideal para tomar una copa de vino, un mojito, chelear. La parte superior sirve de marco para bandas de rock, cumbia, soul, latin jazz o djs de electrónica. 

Es en Micheladas Lupillo donde la perfecta escarcha del vaso marida en su punto con el sabor de la cerveza oscura. No hay cerveza clara, pero con la combinación exacta de salsas y limón con las que las preparan, aquí a las rubias no se les extraña.