La Pulcata, como también le dicen, es un rincón ecléctico y kitsch. Aquí encuentras de todo: desde gente en pants y tenis, oficinistas trajeados, hipsters “muy arreglados”, extranjeros o estudiantes con todo y mochila al hombro.
La música varía dependiendo del DJ o banda invitados y de en cuál de sus cuatro pisos te encuentres. En las primeras dos plantas la selección es tan rara como escuchar de pronto a Molotov y luego algunas cumbias, seguidas de Ace of Base. En el tercer piso predomina la música electrónica; y, en la terraza del cuarto piso la selección es más tranquila, incluyendo indie pop y rock alternativo (onda Yeah Yeah Yeahs para que te des una idea).
La decoración es igual de variada, con algunas fotos de músicos en las paredes, mapas de las zonas de la República donde predomina el agave o frases pintadas con algunas leyendas referentes al consumo del pulque.
El “agua de las verdes matas” se sirve natural o en curados de avena, tuna, cereza, y otros sabores en tarritos de ½, 1 ó 2 litros para olvidar penas o simplemente para aflojar la plática (o los pies, si eres de los que bailan). Si el espesor, olor y sabor del pulque no es lo tuyo, también tienen aguamiel (viernes y sábados), mezcal de la casa y cremas de mezcal de sabores. Y si de plano quieres algo más normalito, hay cervezas de barril o botella y toda la variedad de marcas de alcohol que esperas encontrar en cualquier bar bien surtido. Sorprendentemente, ¡hasta vino tienen! (“El que a este mundo vino y no toma vino, ¿a qué chingados vino?” se lee en la carta junto al Cabernet Sauvignon que ofrecen).
Un detalle peculiar es que si tienes antojo de botanear, puedes comprarle chicharrones o cacahuates a señores que dejan pasar al recinto con sus canastas de botanas.
Aquí el beber llama. Hay variedad, cantidad y todo a precio muy accesible. Si no te gusta el alcohol no te aseguramos la mejor de las noches, ya que probablemente no podrás entablar las conversaciones más congruentes con sus asistentes. Tampoco te lo recomendamos si eres muy selectivo, pues aquí todos entran por igual.
Probablemente la característica que mejor describe al lugar es su sistema “anti-gandallas”: no puedes abandonar el recinto a menos de que una mesera te de un cupón que garantice en la entrada que has liquidado tu cuenta.