Desde 1954 fascina con copas y botellas de bebidas espirituosas de todos los tipos y precios (si no nos crees, échale un ojo a la barra principal). Aunque no hay menú por tiempos como en otras cantinas, su propuesta gastronómica que se acomoda a cualquier bolsillo hará que ni lo notes. De entremés, pide manitas de cerdo o tortilla española, también hay sopas, antojitos y ensaladas, así como cortes de carne y mariscos; o costillas glaseadas y picaña angus, ambas sugerencias del chef.
Su cercanía con la Condesa la convierte en una excelente opción para ver el futbol, gritar y comer con las manos.
Tip: El estacionamiento es gratuito y el valet solo cobra “lo que gustes, güero”. Vale la pena, porque la estacionada se complica en los alrededores.