De las puertas del Capote, decoradas con estructuras de herrería estilo art decó, escapan piezas musicales de la década de 1950, entremezcladas con otras melodías que podrían ubicarse en ese desdibujado universo de lo vintage. No es peyorativo, al contrario, la combinación es deliciosa y lo suficientemente inteligente como para marcar distancia de ese lugar común del que todo defeño reniega, pero al mismo tiempo marca su esencia hipster.
El Capote (desde luego inspirado en el legendario autor de A sangre fría), es una suerte de bistró-bar bien ejecutado. Entre sus dueños asociados se encuentran el escritor Guillermo Fadanelli; el editor general de Almadía, Guillermo Quijas; el artista sonoro, curador del Festival Aural, Rogelio Sosa; y el escritor Pepe Uzquiza.
Quizá este equipo de artistas sea responsable de que este espacio evoque un espíritu de sofisticación bohemia norteamericana, clásico del propio Truman Capote o Norman Mailer. Para lograrlo, se han basado en algo que uno de los dueños, Lorenzo San Juan, describe como coctelería tradicional norteamericana.
Además, los socios pretenden que los licores como el absenta o el Campari vuelvan al lugar que se merecen entre las preferencias locales.
En su barra cuenta con la presencia del barman Daniel Hernández y su carta fue diseñada por Joseph Mortera, embajador en México de una marca de ginebra escocesa. Ambos, conocidos por la licorería Limantour.
En cuanto a su decoración, hay tonos ocres del piso marmoleado, el mobiliario que combina maderas con negros sobrios y elegantes espejos. Las mesas que se encuentran sobre la acera de Álvaro Obregón parecen ser las más demandadas.
Para los visitantes diurnos, tienen un menú basado en tapas españolas con una gran variedad de ceviches y (150 y 200 pesos), aunque de momento la carta se encuentra en proceso de cocción.
No es un lugar oneroso, los tragos arrancan desde los 50 y hasta los 120 pesos. Los de este último precio en realidad son muy pocos.
El ambiente, a diferencia del resto de los bares que está supurando la Roma de forma indiscriminada, es una propuesta con prioridad por la plática y la convivencia, acompañada de tragos agradables, esos que se han perdido ante la proliferación de los cocteles dulzones y las cervezas artesanales, muchas veces más caras que buenas.
Capote se encuentra en una fase de arranque con unas muy pocas pinceladas a punto de afinarse, esperemos. Lo que desde ahora puede percibirse claramente es lo original de su identidad. Nada de pretensiones innecesarias.
Buena y selecta música, charla y tragos a los que la garganta ha dejado de acostumbrarse. Ocupa el espacio donde alguna vez estuvo el Mellizo.
Tan sencillo como eso. Tan elegante como lo sencillo.