Si eres de las personas que no dejan de sintonizar Comedy Central, este lugar es para ti. Más que un bar especializado en cervezas, esta es “la casa del stand-up”. Deberían replantear su nombre en pos de todos los que nos decepcionamos al enterarnos que sólo tienen “claras y oscuras de barril”.
El lugar es pequeño (y un poco ruidoso), por lo que hay llegar temprano para conseguir lugarcito las mesas. Si eres un grinch, tal vez esta no sea la experiencia para ti, pues lo más seguro es que te toque compartir sillón con un amante de la comedia que se ría estruendosamente ante chistes que aún ni terminan.
Por lo que vi, la mayoría de las personas que visitan Beer Hall vienen a apoyar a su amigo o familiar. Una vez que termina el show, el lugar se vacía y sólo quedan las bandas que esperan su turno para subir a echar el palomazo.
Si logras conseguir una mesa y te gustan los tragos coquetos, pide un cosmopolitan. Es bastante aceptable, fresco y no duele pagar los 90 pesos que cuesta. Por otro lado, aquí tomé el peor manhattan que he probado en mi vida. Dejaba la lengua empalagosa, como jarabe para la tos. La especialidad de la casa es el demonio verde: vodka, ron, jugo de naranja y curaçao azul, excelente para agarrar la fiesta con todo. Ah, ¡si tan solo hubiera más ambiente aquí!
Recomiendo pedir la pizza. Tiene una base de pan árabe y una deliciosa salsa arrabiata que realza los sabores del jitomate y la aceituna. El sándwich, asegura la carta, tiene un sabor “único y diferente”. En realidad, es pan de caja tostado con salami y champiñones, pero tiene un sabor sorprendentemente bueno. El servicio es rápido con las bebidas, pero para traer la comida tardaron 40 minutos.
El cover de este bar-foro varía dependiendo de la noche del evento. Son sede del Cinebar, albergan noches de comedia y a veces hay música en vivo.
Los miércoles la entrada es libre y tienes la posibilidad de mostrar tus dotes humorísticos ante un público real. Con una mejora en cocteles y cervezas –y tal vez ambiente—, este lugar destacaría mucho más.