En los noventa, mucho antes de que el mezcal se pusiera de moda y de que cualquier mirreypster tuviera su etiqueta de esta bebida, el restaurante Los Danzantes se alió con un maestro mezcalillero de Matatlán, Oaxaca, para lanzar sus propios destilados de agave. Ya en los dos miles crearon Oh Mayahuel, también en Coyoacán, donde la carta mezcalera amplió sus horizontes para incluir variedades de todo el país. Fieles al sur, el mismo equipo acaba de abrir un lugar en el Centro de Tlalpan: Barra Alipús. El concepto es mucho más relajado, la elegancia de sus predecesores se sustituye por colores brillantes y manteles de plástico floreados. La carta también es más sencilla y accesible. Los mezcales que se ofrecen son elaborados por ellos mismos, las diferentes etiquetas de Alipús (San Andrés, San Juan, Santa Ana, San Baltazar) y de Los Danzantes (reposado espadín, tequilana y añejo espadín). O sea, no hay mucha variedad, pero lo que hay es indiscutiblemente bueno. También hay cocteles sabrosos, como el corazón de maguey (con pepino y soda de lima-limón) y la caipiriña mezcalera (con trozos de limón, naranja y toronja). La carta de bebidas se complementa con cerveza artesanal Escollo, tejate (un brebaje oaxaqueño de maíz y cacao) y aguas frescas. La comida, igual que en las mesas de sus dos hermanos mayores, es buenísima. Antojitos como memelas, tacos de chapulines y tlayudas (magníficas, con su asiento de chicharrón), son perfectos para compartir y botanear. En caso de hambre
Un nuevo santuario para los amantes del néctar de los dioses en su versión más exquisita y refinada. Reinventando el concepto tradicional, esta pulquería se aleja de los tugurios de mala muerte y los ambientes desagradables, con un halo contemporáneo de detalles ultrachic. El espacio es pequeño pero acogedor, iluminado por lámparas de papel que resaltan las texturas y colores de las paredes peladas y el grandísimo mural de Kevin Arvizu que acoge la entrada. Los himnos sacrosantos del rock y el pop te guiarán al fondo del recinto, hasta llegar al altar (la barra). El camino no será sencillo, ya que tendrás que toparte con varios obstáculos entre la gran cantidad de gente presente. Sin embargo, si decides continuar el viaje, unas escaleras de caracol te llevarán a un tapanco que te dará un respiro para platicar y ligar a tus anchas. Los elíxires que beberás aquí no son cualquier cosa. El pulque y curados frutales son elaborados de forma artesanal y orgánica por la familia Del Razo (maestros pulqueros desde 1881) con frutas y verduras producidas en las chinampas de Xochimilco. Las bebidas son traídas diariamente desde Nanacamilpa, Tlaxcala y llegan a tu cuartito de litro o jarra en el estado más puro y fresco. La selección de curados cambia todos los días, y entre más exótica sea la fruta, mejor. Para aquellas personas renuentes a las bondades gustativas del pulque, se ofrecen cervezas a $25 y copeo de vino por $40. Para acompañar tú bebida encontrarás diversas entraditas que
Foursquare no miente: la mayoría de las opiniones de los usuarios describen el ambiente de este lugar como bueno. Estoy de acuerdo, sobre todo si se va un sábado en la tarde. La Jalisciense abrió en 1875, por lo tanto es una de las cantinas más antiguas de la ciudad, a pesar de que no se encuentra en el Centro, como se esperaría de un lugar así. Vale la pena pedir la carne tártara, dejar que corran las cervezas y enfrascarse en conversaciones como esas que quieren evitar los lugares que ponen la música altísima. También habría que mirar las fotos, tomarles fotos, pero no para Instagram, sino para la propia memoria, en la cual se podrán alojar varios clientes como Renato Leduc, “el último bohemio”, como lo llamó Carlos Monsiváis, o hasta la primera dama Angélica Rivera. Las tortas merecen una o varias oportunidades.
Si hay algo que sobresale del Mapa es su barra: grande, pesada, rústica y zigzagueante. Aunque hay algunas mesas apretadas y una terraza, el mejor lugar para sentarse es frente al bartender, quien no suelta el soplete encendido ni para ver su celular. Prende decenas de shots al mismo tiempo. Es tanta la demanda que llega a vender hasta 500 en una noche. No es para menos: este bar se especializa en la elaboración de shots a 25 pesos y actualmente cuenta con 45 variedades divididas en fuertes y suaves. El trago estrella es el pedo de gorila, tomarlo es toda una experiencia. Primero, el bartender sirve un vaso a la mitad con cerveza clara, luego hace un shot de whisky y licor de café y lo enciende. Entonces el comensal lo echa en medio del vaso y cuando el licor hace contacto con la cerveza, la espuma sale rápidamente. Hay que tomarlo a toda velocidad. Para acompañar los tragos hay tapas, snacks, ensaladas y hamburguesas. El bar es pequeño, ruidoso (la música electrónica suena a un volumen nada moderado) y se abarrota de universitarios, así que no es muy recomendable para claustrofóbicos. Es ideal para precopear barato y de una forma original, aunque si te pasas de shots, probablemente termines caminando sin sentido alrededor del kiosko del centro de Tlalpan.
Es un lugar pequeñito, de dos pisos. Durante el día es café y en las noches es un bar con una barra en la planta baja y una linda terraza en el primer piso. Venden vino y cervezas. Por lo general escucharás rock como música de fondo.
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