El nombre les rinde tributo a los caudillos revolucionarios, pero para este ejercicio basta que pensemos sólo en uno y que imaginemos la fiesta a su modo.
Aquí es música continua, comida abundante y mucho mucho tequila. Como en las buenas cantinas, no hay misterios ni recetas secretas.
Las botanas son célebres en la zona por estar bien servidas (al igual que sus chupes que, se rumora, son bien pegadores).
La más acechada es el chamorro, servido regularmente los martes; o bien, sus platos marinos, como la paella de los viernes o la sopa de médula.
No hay manera de aburrirse porque diario cambian la botana de la casa y, además, los viernes y sábados hay dos por uno en cocteles y cervezas.
Tal vez mejor que sus 25 platos a escoger como botana, es la relación precio-calidad y el hecho de que abre los 365 días del año.
La clientela es variada: periodistas de los diarios aledaños, uno que otro funcionario y vecinos fieles que la han visitado en los 50 años que tiene de existencia.