Cuando un niño se pone patines por primera vez, comienza a construir recuerdos que durarán toda su vida: el peso de las ruedas en pies, la mezcla de emoción y miedo que produce no tener control de las piernas; la sensación de ser un gigante con esos pocos centímetros extra de separación del suelo, el vacío en el estómago al rodar y rodar.
Los sustos de las primeras caídas dan paso a la satisfacción de dominar esos zapatos con ruedas. Sin duda, patinar es una de las cosas más divertidas que se pueden hacer cuando se es niño.
Por eso, te ofrecemos algunos consejos para que ayudes a tus hijos a construir sus propias nostalgias, minimizando los posibles riesgos.
Antes de rodar
El obstáculo más grande a vencer al colocarse un par de patines es el miedo. Antes de que tu hijo los use por primera vez, debe ponerse casco, rodilleras, coderas y guantes. Esto no evitará que se caiga, pero se sentirá más seguro.
Asegúrate de que todos los elementos de seguridad sean de su talla. El casco debe calzar cómodamente. Si le queda muy apretado puede hacerle daño. Si, por el contrario, le queda muy suelto, al caer puede zafarse y no protegerlo. Las rodilleras y coderas deben mantenerse fijas y no deslizarse. El material del cual están hechos también es un tema a considerar.
Deben ser resistentes, pero también permitir que el aire circule y disminuir la transpiración. Si le aprietan mucho y puede irritarlos y generar rechazo a usarlos.