Tras vivir una experiencia en Chiapas, donde el eje principal fue la naturaleza, Armando Vega-Gil publicó El perro de Oventic. Durante su proceso creativo, el músico y autor fue influido no sólo por la realidad que viven los niños de ese estado, sino por la manera en la que los niños de nuestra ciudad se relacionan con la naturaleza y por su propia experiencia como padre de Andrés, un pequeño de dos años.
"Si apostamos un poco a que los chicos reflexionen sobre cosas que para ellos sean importantes y así abracen a su país, podemos tener chance de que las cosas no terminen tan terrible como se está apuntando", asegura Armando. Checa las recomendaciones que este músico da.
¿Cómo es la realidad de los niños de Chiapas?
Los niños de los Altos de Chiapas viven en condiciones bien extremas de pobreza y violencia. Allí, hay una guerra de baja intensidad. Viven una realidad superfuerte, intensa, pero tienen una relación con la naturaleza bárbara. Ellos ven las semillas crecer de la tierra y a los animales moviéndose en un hábitat natural muy hermoso. Los niños de la ciudad viven en un tipo de estrés. No pueden salir a la calle en bicicleta como yo salía hace 40 años, cuando tu papá te dejaba salir y no pasaba nada. Ahora, tenemos que ser muy cuidadosos de saber dónde andan y con quién.
¿Quién es el niño del cuento?
El texto se lo escribí a los niños desde un punto de vista adulto, pero cuando llegué a la ciudad y terminamos el trabajo de edición, resultó que el libro pasó de ser una visión de adulto a la de un pequeño. El niño tomó la voz del poeta y se volvió un texto dicho desde la infancia, donde se habla de un tema al que los adultos le tienen un poco de miedo: la muerte. Sin embargo, sin darme cuenta, sin ser tan consciente de lo que estaba pasando, noté que quien realmente estaba hablando era mi hijo. Bien loco. Dejé que mi hijo tomara la voz de lo que estaba viviendo.
¿Qué te preocupa del futuro de tu hijo?
Pienso mucho en el México que va a conocer mi hijo. Con nuevos decretos me pregunto: "¿ya ni siquiera el Nevado de Toluca va a ser un parque nacional?". Es responsabilidad absoluta de nosotros, los adultos, conectar a nuestros niños más allá de decirles "ahí está la naturaleza". A veces, las condiciones tan cerradas y limitadas de la ciudad hacen que la relación con la naturaleza sea muy delgada, más frágil. A lo mejor tienes una mascota en tu casa o a lo mejor tienes un jardín o un parque en frente. Pero, si no están creciendo en este medio natural, pues su concentración se va hacia lo digital, hacia las computadoras, tableta y todo esto.
¿A cuáles lugares de la ciudad llevas a tu hijo para que esté en contacto con lo natural?
Obviamente, Chapultepec, que es un pulmón existencial para la ciudad. Ahí hay árboles, museos y lagos. Nos divertimos y al mismo tiempo está en contacto con la naturaleza. Si entras por Constituyentes puedes visitar la tercera sección. Más lejana. Que casi nadie toca.
Tengo la suerte de estar junto a un parque mediano, pero con muchos árboles, que es Parque Las Américas, cerca de Metrobús Doctor Vértiz. También lo llevo a que juegue a los Viveros de Coyoacán por la cercanía de la casa de mamá. Los niños se van aislando y un poco lo que yo quisiera conectar es abrir esta ventana, de que ahí está el mundo.
¿Cómo crees que puede lograrse esa conexión?
Debería haber esta cultura en toda la ciudad, pero empezando desde los papás. En mi caso, trato de inculcar y dar chance que Andrés pueda disfrutarlo desde casa, no tanto que lo esté aleccionando. Tiene un rociador donde se divierte echándole agua al árbol. Frente a mi departamento puse una orquídea de Xochimilco, donde vamos y entre vecinos la cuidamos. Ojalá que hubiera una iniciativa más intensa, como abrir parques nuevos, en vez de abrir estacionamientos.