El rey león

Pocos sucesos han marcado tanto a una generación como la muerte de Mufasa a manos de Scar, su propio hermano y tío de Simba, el león cachorro que huye rumbo al exilio para, años después, encontrarse a sí mismo. En cine primero y después en teatro, a esta historia desarrollada en plena sabana africana sólo le hacía falta verla y escucharla en nuestro país en una producción hecha en y para México.

La puesta original diseñada a finales de los años noventa por la prestigiada realizadora escénica y cinematográfica Julie Taymor cobra vida en un teatro estructurado especialmente para recibir el despliegue de escenografía, iluminación y, sobre todo, los títeres y máscaras de diversas dimensiones que conforman el reino. Taymor está a la cabeza de un celebrado equipo auspiciado por Disney Theatrical Group y OCESA.

Aunque el libreto y las letras están vertidos al español –estas últimas a cargo de los compositores Armando Manzanero y Alex Syntek–, el montaje conserva palabras y frases en zulú, lengua sudafricana cuyo uso enfatiza la importancia que adquiere la cultura africana en este espectáculo de tradición estadounidense. Como aclara la propia directora: “no se trata de lenguajes, se trata de espiritualidad”. La partitura creada por los afamados Elton John y Tim Rice permite despertar los espíritus.

En un montaje cuyos elementos visuales son vastos y fieles al original de Broadway, lo más celebrado es la elección del reparto, conformado por actores y cantantes –en su mayoría mexicanos– de sumo prestigio en el ámbito del teatro, el cabaret y el jazz, que enriquecen un cuento por todos conocido. Empero, la estupenda orquesta comandada por Isaac Saúl a veces tapa algunas voces y, en ocasiones, la nueva traducción no permite apreciar con claridad algunas líneas de las famosas letras.

El elenco está conformado por Aitza Terán (Nala), Alfonso Borbolla (Timón), Sergio Carranza (Pumba), Mauricio Salas (Zazú), Tai Martins, César Enríquez e Ignacio Riva Palacio (Hienas), y sus interpretaciones son impecables de principio a fin y contribuyen a refrescar la concepción de lo que es el actor de musicales. Se agradece que Scar recaiga en alguien con la fuerza de Carlos Quezada y entusiasma la humildad con la que Agustín Argüello interpreta a Simba. Shirley Hlahtse (Rafiki) compensa su escasa dicción en español con cualidades vocales insólitas.

Detalles aparte, números como “El ciclo vital”, “Yo quisiera ya ser el rey”, “Listos ya”, “Tierra gris” y “Hakuna Matata” demuestran que, tal como aconseja Mufasa a Simba, los responsables han respetado desde la más pequeña hormiga hasta el más feroz antílope, es decir, han cuidado cada elemento de una selva africana que nada dista de cualquier jungla mexicana.