Boo’la es una palabra en zapoteco que significa cariño —qué palabra más bonita—. Y eso es justo lo que vas a sentir cuando llegues a este espacio que es un poco de muchas cosas.
Sabrás que has llegado al lugar correcto porque verás algunas mesas afuera y, sobre todo, muchas plantas. Un jardín en la jungla de asfalto. Todas las plantas están a la venta, así como las macetas en donde las tienen, y otras tantas que están en exhibición al interior. Las macetas las traen directo de Oaxaca, especialmente de Atzompa y Tlaxiaco. De hecho, si alguna te interesa, ahí te podrán contar todo del artesano o artesana que se encargó de hacerla.
Esos elementos hacen Boo’la el lugar perfecto para quedarte horas. Se antoja para instalar el home office, tener ahí las juntas de trabajo o sentarte un buen rato a platicar con tus personas favoritas, a la sombra de las plantas. Además, aquí seguro encontrarás algo que satisfaga cualquier antojo que tengas. En Boo’la se juntan tres proyectos increíbles. Uno de ellos es As Happy as Larry, una marca de jugos prensados en frío que puedes tomarte ahí o llevarte a casa, que además de sabores ricos, te indica el contenido calórico de cada uno.
Si prefieres una taza de café, aquí tienen el mero bueno: puedes comprar en grano para llevarte a casa o comprarte tu vaso y tomártelo ahí. Recomiendo hacer las dos cosas, porque cada vaso está hecho por baristas expertos y con el método de extracción V60. Los granos son de Veracruz, Chiapas, Oaxaca y Guerrero y el proyecto de cafés es The Specialty Coffee Society.
Para el hambre tienen una cumplidora carta de acai bowls, waffles, toasts y sándwiches, y también algunas entradas como una tabla de quesos mexicanos, perfecta para acompañar la propuesta del tercer proyecto, Spruzzante, que es una barra de spritz. Sí, puros cocteles hechos con espumoso (el cielo sí existe y está aquí).
Y porque un trago también puede ser sano, aquí integran los jugos de As Happy as Larry en la propuesta de Spruzzante: prueba el Salz, que tiene vermouth seco, jugo de apio, pepino, manzana, limón y miel y solución salina. Si prefieres, también tienen cervezas artesanales, especialmente de la queretana Hércules y de Wendlandt, de Ensenada. O para aligerarte la tarde de viernes de home office, tienen tres opciones de vino; dos mexicanos y uno chileno.
Boo’la gana muchos puntos por la variedad de su propuesta que, de alguna manera, logra ser conciliadora a pesar de que no tienen una carta súper extensa (pero esto siempre es positivo; significa que cada cosa está en el menú por una razón, y que todo está hecho con cuidado). Pero gana más puntos porque ya sea que vayas a comprar plantas, por un café, por un jugo o por un drink, verás que aquí sí le hacen honor a su nombre. La atención es tan cálida que casi se siente fraternal. Lo mejor es que el mismo cariñito que le ponen a su concepto, se lo ponen al trato con sus proveedores, porque te platican de ellos con eso, con cariñito, y harto.
Statement final: ¿recuerdan cierta cafetería que intentaba ser tu segunda casa? En Boo’la sí lo lograron, porque le pusieron algo que en muchos lugares falta (sí: cariñito).
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