En la calle de Yosemite, a dos cuadras de Insurgentes, se encuentra este pequeño local de hot dogs; el lugar es informal y cómodo, ideal para venir con amigos. La variedad de los ingredientes se concentra en los panes artesanales y en los toppings –todo lo que se le puede poner encima a un hot dog–, pues la única salchicha que ofrecen es de pavo.
Las opciones de pan son finas hierbas, ajonjolí, parmesano y el clásico blanco. La combinación de ingredientes de cada topping es lo que le da el nombre a los perros calientes: mexicano (guacamole con chicharrón), poblano (rajas con crema y queso), yucateco (cochinita pibil), americano (mac & cheese y tocino), sinaloense (chilorio), texano (chili beans con queso cheddar), francés (cebolla caramelizada con tocino grueso) y gringo (pollo BBQ). También hay alitas búfalo, helado y empanadas. Todas las bebidas son artificiales, como aguas de sabor, limonadas y refrescos.
Opté por un hawaiano con pan de ajonjolí. El tocino crocante se deshizo en mi boca, mientras la piña levantó bien el sabor de la salchicha. De guarnición pedí papas y para beber se me antojó un néctar de manzana. Luego me pedí una michelada y otro perro caliente, esta vez aposté por el gringo. Las presentaciones son muy sencillas y el servicio eficiente y amable.