Algo hay en la alquimia del sabor de cada país que hace que ciertos platillos perduren siglos, que sean bocados irremplazables para su población. En la reciente y copiosa migración gringa, este año la añoranza se ha reflejado en la moda del comfort food americano y los brunches.
Entre todos sus representantes, Spice Everywhere –de meseros y chefs americanos que mastican el español con amigable arrogancia– se presume como uno de los pocos pop-up brunchs en México.
Cada fin de semana, esta sede de nortenostálgicos y su acera se convierten en uno de los mejores lugares de la ciudad para brunchear, desde luego, después de dejar que la flojera dominical te posea por completo.
La calidad se nota en las filas de espera para desayunar y en su clientela regular que los visita para sentirse en casa. Aquí es domingo y se siente. ¿En qué? En la atmósfera amigable y relajada, en el tardadísimo servicio y en la cruda, tal vez.
Lo ideal es llegar sin prisas ni hambre, listo para ir a echar el chisme del fin de semana y contarlo con todos los detalles. Hay que ir con la mentalidad de que pasarás horas aquí.
Si la fiesta pasa la factura, hay antiácidos efervescentes al centro de la mesa. También puedes pedir café con refill, bloody mary’s, mimosas o cervezas (aunque con su más reciente cambio de locación, tristemente, ya no cuestan 15 pesitos como antes). Todos los desayunos incluyen un plato de frutas como blueberries, fresas y zarzamoras.
Para seguir, hay grandes platos de comida reconfortante, como huevos benedictinos, waffles con pollo frito que saben como si tu mamá te estuviera abrazando, omelettes tex-mex o bagel de salmón con queso crema, además de hashbrowns, tocino, salchichas, jugo… el cielo de los desayunos.
Ideal para una deliciosa mañana de flojera, aliviane y rica comida.