Los mejores chocolates calientes en la CDMX

En el nuevo local de la Conchería en Cuadrante Neuchâtel tienen un chocolate especiado que saca lo mejor de un chai y y un chocolate caliente. Por supuesto, también está su versión tradicional para chopear tu concha de mazapán para aguantar el frío. 

Solo falta que las paredes sean de chocolate para que la visita a Oscuro Puro se convierta en la experiencia íntegra de este ingrediente. Es una pequeña cafetería pariente de Cachito Mío y creada de igual manera por Patricia Franco y Olga Shaden; reconocible como chocolatería de productos 100% mexicanos.

Para tomar está el xocolatl picante, 100% cacao con miel y mezcla de chiles que se infunde sutilmente alrededor del paladar. Lo acompañé con un pastel vegano que llegó coqueto en presentación y estupendo en sabor: hecho con nuez de la india, aceite de coco, dátil, higo y cacao, es tan ligero que le das cucharadas sin percatarte que ya está por terminarse.

Esta casa convertida en restaurante sirve manjares de los Valles Centrales de Oaxaca. Ya sea que elijas un panqué de elote o el famoso flan casero, sí o sí debes probar el chocolate caliente con agua, uno de los mejores de toda la ciudad. Antes de pedir la cuenta, tómate un mezcal de la casa. Tu estómago te lo agradecerá.

El encanto de estas cafeterías son sus mezclas de café con cacao, en la combinación que mejor creas pertinente.  El chiltepín con café, cacao, pimienta y chile chiltepín –es originario de Chiapas y aromático en demasía–. Un trago explosivo, que no sabes cómo recibir esa combinación de aromas y cómo procesar el exótico picor que sientes en la garganta y nariz; pero no hay problema porque el cacao le da una suavidad exquisita que llega para nivelar la intensidad y el café lo termina de hacer terso. Puedes modificar la combinación de ingredientes a tu gusto o a recomendación del lugar, sin miedo puedes dirigir la preparación de tu bebida.  

El negra flor, con flor de vainilla y cacao, es dulce y saben los minerales; en ningún punto me empalagó; las conchas tenían aspecto rústico con una gruesa capa de chocolate oscuro y el cono de chocolate llega caliente y relleno del mismo oro negro comestible.s una propuesta distinta a lo picoso, te quita la sed mientras desvanece el antojo azucarero de un trago. 

Todos los chocolates son mezclados con leche. El francés es dulce, ligero y el más espumoso. El mexicano, por otro lado, tiene una fuerte esencia de canela que le da profundidad a su sabor. El español es más espeso y semiamargo, aunque no es ni tan espeso ni tan amargo como el que venden en las churrerías del otro lado del Atlántico. Cada taza incluye cuatro churros perfectos.

Que la vieja tradición de tomar chocolate en El Moro prevalezca por mucho tiempo más. Están el español (dulce y espeso), mexicano para el más ligero, francés con un toque de vainilla, el especial (semiamargo con canela), light (sin azúcar y con leche light), choco mocha para antojarse y de almendra. Infalible acompañarlo de... churros.

Aquí se sirve chocolate con leche, chocolate con agua, té de cacao y agua de pozol y pinole. La elección depende de la intensidad de sabor a cacao que prefieras. Si buscas un sabor intenso, recomiendo el chocolate con agua. Por otro lado, como para preparar el té sólo se utilizan las hojas del cacao, su sabor es muy ligero. Si prefieres algo refrescante, pide el pozol: una bebida fría que resulta de nixtamalizar el maíz con cacao y diluirlo en agua.

Qué mejor que disfrutar de tu taza de chocolate caliente con vista al Palacio de Bellas Artes y Postales. Acá lo preparan con leche o agua, o agruégale un chorrito de café para mayor energía.

Clásico de clásicos para pedir en el desayuno, acompañado de nata y una concha calientita. El chocolate semi-amargo es de una receta vieja (como el mismo lugar) y ha conservado la misma chispa por décadas.