Los favoritos de Daniel Herranz

Con la remodelación del Monumento a la Revolución, se abrió al público el mirador del edificio. A pesar de que no es tan alto como el de la Torre Latinoamericana, se pueden ver perfectamente los cuatro puntos cardinales de la ciudad. Y, aunque puede parecer un cliché, la mejor vista es al atardecer o, incluso, en la noche. Con un buen playlist en el iPod, este lugar es ideal para alejarse del ajetreo de la ciudad sin salir de ella.

Cuenta la leyenda que la calle de Donceles es una de las más viejas del Centro Histórico. Es por eso que su historia está llena de referentes culturales: Carlos Fuentes ubica la trama de su libro Aura ahí. Lo mejor de esta calle son las 29 librerías de viejo que siguen en pie. Además del inconfundible olor a humedad, en cada local puedes encontrar estantes colmados de libros que van desde religiosos y de astrología barata, clásicos de la literatura como Simone de Beauvoir, Rainer Maria Rilke, William Faulkner y hallazgos como las cartas de amor de James Joyce y Nora Barnacle.

Además de que es un edificio que rompe con la arquitectura del CCU, se trata del primer museo dedicado a la exposición y promoción de arte contemporáneo en México, algo que faltaba en la ciudad. A pesar de su corta edad, este museo ha presentado exposiciones que, de no existir, difícilmente se hubieran presentado en el DF.

Para mí, este lugar es increíble porque yo soy de las personas que, a veces, quiere hotcakes y jugo de frutos rojos a la hora de la comida. Se trata de una casona en la Roma que concentra la mejor atmósfera en el patio. Para ir a plaiticar o leer. Me encanta.