Cuando escuchas la voz de Antony Hegarty nunca te olvidas de ella, es como si te desgarrara el corazón y se quedara dentro para nunca salir.
Antony es famoso por colaborar con Hercules and Love Affair (¿se acuerdan de la canción “Blind”?), con la artista Marina Abramovic en su obra The life and death of Maruna Abramovic y con Björk en los discos Volta y Vulnicura.
El cantante inglés tiene una formación en teatro y desde hace varios años se mudó a Estados Unidos. En 1998 formó Antony And The Johnsons, una banda de música de cámara en la que recita desde poemas de Edgar Allan Poe hasta creaciones propias en las que plasma el dolor, la vergüenza, el amor y la transexualidad.
Este año Antony presenta su proyecto como solista bajo el seudónimo Anohni. El primer vistazo de esta etapa fue con la canción “Manta Ray” del documental Racing Extinction, por la cual estuvo nominado a mejor canción original en los premios Oscar Después vino “4 Degrees”, con la que descubrimos que esta vez iba a explorar su parte electrónica. Luego de una larga espera Hopelessness se presentó el 6 de mayo y la producción corrió a cargo de Ross Birchard, productor de cabecera de Kanye West, Azealia Banks, Drake y Lil Wayne.
Hopelessness es un disco de protesta, hermoso en sus melodías pero lleno de furia en sus letras. “Drone Bomb Me” es la encargada de abrir el disco; Antony comentó en algunos medios que es una canción de amor desde la perspectiva de una niña afgana de nueve años, la cual ha perdido a su familia en un bombardeo: “ Blow my head off, explode my cristal guts, lay my purple on the grass”. Es increíble como Antony torna una escena devastadora en una hermosa canción.
“4 Degrees” hace su aparición; entre beats, pianos y cuerdas Anohni pone sobre la mesa el tema del calentamiento global. “Watch me” nos da una cachetada de realidad y nos recuerda que no existe la privacidad en la vida moderna.
A lo largo del disco nos encontramos con piezas emocionantes con temas fuertes, una que de ellas es “Obama” una crítica al presidente de los Estados Unidos en la cual expresa su decepción. Ya casi al final aparece “Hopelessness”, la cual hace una analogía entre un virus y la humanidad, del cómo destruimos el planeta, algo que me recordó “Virus” de Björk, solo que ella lo enfocó al amor. Antony, ahora Anohni, cierra con “Marrow” en la cual hace una crítica al capitalismo acompañado de un latido continuo y un piano incidental.
Este material es perfecto para entrarle al trabajo de Antony porque tiene ritmos comerciales y su tono de voz, en este disco, no te deprime. No se sorprendan si vemos esta placa en los primeros lugares de los conteos a los mejores discos de 2016.
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