En el argot gay se conoce a un sector masculino de la comunidad como los osos: aquellos que optan por las barbas, las pancitas macizas y el look de leñador canadiense como una forma de asumir la homosexualidad, sin que esto sea una condición para abandonar rasgos del macho más cliché y fortachón.
Esto es una realidad en muchos países pero no necesariamente en México, donde se suele confundir a osos con obesidad mórbida. En la capital, los que se asumen como osos y aquellos que gustan de estos tienen su propio refugio: un espacio en la calle de Londres que se asemeja bastante a una cueva para osos, pues se trata de un amplio pasillo cuyas paredes están tapizadas de ilustraciones de hombres robustos, y que se hace cada vez más profundo, aunque no necesariamente más cachondo.
La música son éxitos pop en español y en inglés, la cerveza cuesta 30 pesos y son famosos sus viernes de karaoke. Sin embargo, puede ser que muchos se lleven una pequeña desilusión, sobre todo cuando el karaoke está en su clímax, y es que ver a un hombre barbón cantando los éxitos de Paquita la del Barrio no es precisamente una actitud muy masculina. No obstante, aun así el ambiente es divertido. No hay cover y las chicas no entran.