Descubre las loncherías, las mejores tortas ahogadas y chiles en nogada en la Ciudad de México.
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Comida mexicana en la CDMX
Un restaurante típico de barbacoa, que trae todos sus insumos desde Tulancingo, Hidalgo. El lugar está forrado por dentro de madera, justo como sus símiles en dicho estado. De sazón, ni se diga. La carne y el consomé salen de entre pencas, en la cocina cercana a la puerta. Sabe exactamente a la que se sirve en pueblitos de la Huasteca de dicho estado.
Aunque todo gira alrededor de la barbacoa, que venden por kilo para llevar o en tacos, también tienen carnitas, flautas, tacos de panza, cabeza de borrego, órdenes de hígado, sopes, quesadillas de sesos o huitlacoche, frijoles aztecas, así como platos rancheros con aguacate, nopalitos, queso de rancho y chicharrón. Hay chinicuiles, escamoles, gusanos de maguey, mixiotes y hasta curados de pulque.
Sea lo que sea de lo que tengas antojo, sin duda debes probar su especialidad en tacos. Llegan a la mesa cubiertos por una manta de tela, para que no se enfríen, y acompañados de cebolla, cilantro y salsa picante verde o roja. La acompañante de cajón es una cerveza bien fría, pero sin duda puedes elegir también un café de olla o un agua fresca.
Otra cosa importante. Debido a que los dueños respetan el concepto de comer barbacoa como en Hidalgo, solo abren sábados y domingos.
Es el vecino del embarcadero del Lago de los Reyes, un lugar dedicado a la comida prehispánica que además de tener una notable vista, ofrece más de 70 cervezas de todo el mundo. La Playa ha dado servicio por más de 40 años con un menú variado en entradas y platos fuertes trabajados bajo la esencia del auténtico restaurante bar.
Entra al pequeño santuario de la chela artesanal, donde las etiquetas internacionales brillan gracias a unos foquitos y están acomodadas en una especie de altar. Alemania y Bélgica llevan la ventaja en número de opciones, pero nada le piden a una oatmeal stout lágrimas negras, además de que tienen su propia cerveza clara y obscura.
Ya sea que te acomodes al interior del lugar, afuera junto a la fuente o en el área vip (terraza), ojea la carta sin mayor complicación y busca lo que el antojo dictamine. Hay carne, enchiladas, quesadillas y caldos; las especialidades que hacen guiño a la cocina prehispánica son los chinicuiles, escamoles, ahuautles y gusanos de maguey.
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Este es un gran secreto de la zona sur de la CDMX. Los tacos son tan célebres que tres días de la semana es suficiente para tener un público fiel y agradecido. Los tacos rebosan de relleno, sobre todo el de adobo. Por si fuera poco, las salsas están en su picor exacto.
Aunque no tienen dirección precisa es fácil encontrarlos: el puesto con mayor aglomeración de gente sobre Calzada del Hueso, justo a un costado de Pericoapa y frente al supermercado.
No te quedes con las ganas y prueba todas las recomendaciones del top 5 de tacos de canasta.
Es un imperio femenino y poblano de recetas tradicionales. Son tacos y el menú se observa en las cazuelas humeantes de barro con más de 10 guisados en cuanto llegas, con la respectiva decoración de pápalo en un jarrito de barro.
Los más pedidos son los de rajas con crema o los de moronga, cuyo sabor combina a la perfección con unas gotas de limón y salsa roja. Lo que hace a estos tacos de guisado especiales es la longaniza que hacen en Puebla con una receta secreta que no encontrarás en otro sitio, va cocinada en salsa y en un taco con arroz que no necesita que le agregues nada más.
¡Llega temprano porque todo se acaba!
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Antojitos de la Huasteca en un rincón de la Roma, así llega Maíz de Cacao con una carta destinada a saborearse desde su lectura. Se asumen también como un centro de investigación y degustación del maíz y del cacao con el objetivo de llevar conciencia a través del paladar.
Las mesas son para compartir y en la cocina abierta, Chá y el resto del equipo se asoman entre ollas y comales de barro. Nixtamalizan, muelen y preparan las tortillas con maíz criollo, incluso me tocó ver cómo pelaban el cacao.
Al inicio llegaron unos esquites con chile seco y ajonjolí, montaña de tiernos granos y queso fresco con el picor que vigoriza a la lengua. De la sección tamalera agarré el chokotamali. Un tamal de maíz con trozos de nuez y canela que me recordaron a la calidez de una posada, con relleno de chocolate amargo para rematar la dulzura con fortaleza.
El cacao líquido para deleite de los amantes de este ingrediente: anatolia con agua; el chiste es pedirlo sin endulzar para agarrar todo su amargor y disfrutar las partes troceadas al fondo de la taza.
Doña Julia, una de las cocineras, nos dijo que uno no puede estar de malas porque el comal no jala, y así de sincera se siente la comida: es remembranza y tradición a bocados.
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Se definen a sí mismos como creadores de la comida mexicana contemporánea: un autonombramiento que conlleva una gran responsabilidad y que, por lo tanto, los sitúa en un muy alto nivel de exigencia gastronómica.
Su local, en el corazón de Coyoacán, fue quizá de los primeros en ofrecer mezcales como primera opción de bebida, cuando decidieron hacer su etiqueta del destilado de agave de Santiago Matatlán, Oaxaca. También han impulsado a los productores nacionales de vino.
Recomendamos que pruebes la entrada de hoja santa con queso de cabra y los ya históricos ravioles rellenos de huitlacoche: una mezcla que quizá ahora puede resultar común, pero que en su momento se trató de una audacia que marida a la perfección el sabor suave de la pasta con los tonos terrosos del hongo negro. Si tu apetito es más temperamental, pide el filete de res con aceite de guajillo, queso asadero y chile pasado acompañado con pasta de frijol, que debe ir junto con una copa de vino rojo. Pide al mesero te oriente cuál es la botella más acorde a tu presupuesto.
Si puedes elegir entre comer dentro o fuera del lugar, te recomendamos el exterior, con vista a la fuente de los coyotes. No cuentan con valet parking ni estacionamiento propio, aunque tienen un convenio con uno a cuatro cuadras en donde podrás guardar tu vehículo.
Al final, sin embargo, es una experiencia que parece haberse congelado en los noventa a beneficio de los turistas que visitan Coyoacán y ya sería hora de una renovación de su...
Quizá deberíamos advertir al lector: a este lugar acuden políticos y personajes que vieron su mejor vida en los años setenta. También vienen los turistas que buscan a Frida Kahlo. Y, muy probablemente, tú con tus papás.
Este espacio es una atracción turística en sí misma: ex monasterio, ex hacienda colonial, ex hotel, ex espacio universitario (aquí estuvo parte de la primera Ibero) y finalmente, restaurante… un escenario por el que ha pasado todo aquel personaje que ha tenido algo de relevante en la historia mexicana del siglo XX, por lo menos. Además está en una de las zonas más hermosas de la ciudad y la comida que ofrece ha logrado respaldar una larga trayectoria y satisfacer durante décadas a una clientela que es de suyo muy exigente.
Pero también representa ese México que se va quedando como reliquia de un tiempo que difícilmente volverá, como un retrato que año con año va perdiendo su colorido.
Al mismo tiempo, como todo lo que acumula años, también va acumulando secretos. Aquí un consejo: cierra el menú y pide el Paillard Ranchero. Y te decimos que lo cierres porque no viene ahí: es una tradición del lugar. Lo piden los que saben. Este platillo viene a la plancha con adobo, es un corte de ternera muy suave que se recomienda término medio porque es muy jugoso. Viene acompañado de una chalupita de guacamole, esquites de la casa y un chile poblano relleno de queso, además de salsas y tortillas hechas en la cocina del San Ángel Inn.
Recomendamos también la sopa de...
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El mismo grupo restaurantero responsable de Séptimo en Coyoacán, ahora inaugura este salón decorado con motivos mexicanos estilizados y una barra iluminada al fondo. El servicio es cordial, te hacen sentir a gusto desde que llegas; cuando fui todavía no contaban con carta de coctelería, pero el trago de mezcal con hoja santa que el mesero sugirió estaba muy bueno, refrescante y nada empalagoso.
De su carta de alimentos, en la que destacan las albóndigas con tuétano, las enchiladas de pato con mole negro y el aguachile de callo y camarón, me decidí por dos entradas para compartir: una hoja santa con queso Oaxaca fundido, bañada en caldillo de jitomate, muy rica para taquear, y luego un chile de agua relleno de machaca guisada, que me pareció una lograda fusión de sabores del norte y el sur de México.
Era jueves en la noche y el lugar estaba lleno; había mesas con pequeños grupos de amigos, parejas, y un grupo que tocaba clásicos de salsa, no con la intención de armar baile, sino para poner ambiente, con lo que se creaba una atmósfera animada sin llegar a ser un franco desmadre, que se agradece para después de trabajar. Por todo lo anterior, Bartola es una recién llegada muy bienvenida pues alegra los rumbos sureños de la CDMX.
Llegó el momento de que pruebes tu estrella en los Tacos de Suerte –“suerte si te toca carne”–. También son conocidos como los vegetarianos ya que suelen ir rellenos de lechuga, jitomate, papa, crema y queso espolvoreado.
El atino de este puesto es el tepache con piloncillo, es lo suficientemente dulce y refrescante para quitar la sed y darte un levantón de energía. Esta bebida también es un excelente digestivo.
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