Hace más de cuatro años que John Ridley escribió el argumento de una serie que hablaba sobre el racismo
en la sociedad estadounidense, Crimen americano, pero fue hasta que el escritor ganó
el Oscar como Mejor guión adaptado (12 años esclavo, 2013), que algunos canales de TV voltearon a ver su trabajo. Tal fue el caso de ABC, que decidió comprar la historia; una jugada arriesgada para una cadena que pertenece a Disney.
La espera valió la pena.
La critica especializada en Estados Unidos alabó la primera temporada de la emisión, que también recibió 10 nominaciones a los Premios Emmy, incluyendo Mejor actor, actriz y casting, en las categorías de miniserie. Si eso fuera poco, ya se aprobó su segunda temporada.
Crimen americano comienza cuando un joven matrimonio
es asesinado en su casa, en
lo que parece ser un robo a mano armada. Este delito despierta la mala cara de la sociedad americana que se encarga de culpar a los latinos y afroamericanos. Pareciera una premisa trillada, pero Ridley logra darle originalidad al exhibir sin tabús el repudio del que son víctimas las minorías.
El programa va más allá del crimen. Se centra en los padres de familia –tanto de las víctimas como de los acusados– para mostrar cómo se desmorona el entorno de ambas partes al perder a un descendiente. Es en ese vínculo padre-hijo en el que radica la universalidad del programa.
La actuación de Felicity Huffman es otro acierto. En su regreso a la televisión interpreta otra vez a la típica ama de casa; sin embargo, su personaje de Barb Skokie (madre de una de las víctimas) es totalmente diferente a Lynette Scavo, rol que interpretó en Desperate Housewives. El peso de toda
la serie recae en Felicity. Su personaje es frío, calculador
y no teme señalar lo que le incomoda, especialmente a “esa gente”, expresión con la que se refiere a los hispanos.
A pesar de lo depresiva que suena la trama, es un show que tiene el poder de paralizar al público y dejarlo con ganas de querer saber más.