Conoce los bares de cocteles que le dan vida a los hoteles de la Ciudad de México. Descubre los tragos con personalidad del bar y pon a prueba las destrezas de sus mixólogos. También te pueden interesar las cantinas con música en vivo.
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Bares de hotel en la CDMX
No apto para quienes temen a las alturas. Tómate tu coctel en el piso 38 con vista a todo Reforma y hasta el Castillo de Chapultepec. Cityzen es el nuevo rooftop bar del hotel Sofitel cuya misión es cultivar las noches con música electrónica, tragos coquetos, menú cumplidor y un ambiente digno para alargar la noche.
Las ganas de enfiestar con elegancia efervescen en este pequeño y oscuro espacio, cuyos comodísimos sillones lounge se prestan para ir con más de tres amigos y las sillas altas afuera antojan la compañía de ese alguien especial (no hay nada más romántico que las luces de la ciudad a casi 100 metros de altura).
El menú de coctelería es variado pero sin agotar las ganas de experimentar, cumple con el concepto de mixología de altura con precios razonablemente elevados. Montparnasse, la bebida insignia, lleva gin rosado, vino rosado, miel de rosas con pétalos y cítricos, una bebida elegante en tonos pastel que traspasa por el paladar con burbujeo y mucho cuerpo, además del agradable dulzor de la miel.
Si buscas algo tranquilo pero que pegue al paladar gratamente, está le parfum: coñac, jerez para ofrecer tonos dulces y frescos con manzanilla y agua tónica.
Ni el vértigo puede detener las ganas que se tienen de presenciar un atardecer desde Cityzen, lugar que sirve para ejemplificar que un sitio explota todas sus destrezas cuando juegas con los sentidos de tu público: música + coctelería + fiesta, combo que aquí puedes disfrutar de lunes a domingo.
Bar y restaurante para sentirte de lo más consentido, así aterriza Umbral, la terraza del Hotel Umbral en el Edificio España. Para llegar deberás pasar la fachada de cantera rosa, atravesar un minimalista interior oscuro y llegar al elevador.
Te toparás con muchas cosas: gimnasio, wellness bar, espacios para evento y una deslumbrante vista al Centro Histórico. Estos espacios son exclusivos para huéspedes —puedes adquirir pase de un día de 11am-6pm y aprovecharlos—, pero el restaurante y bar son áreas abiertas.
Cuando cae el sol hay comida reconfortante a la mexicana: un ganador pork belly confitado de piel tremendamente crujiente y bañado con una gustosa salsa de chimole. Aplícate con los cocteles diseñados por Licorería Limantour y nombrados tras las calles de nuestra ciudad: están el madero, elegante y parecido a un martini pero con toque tropical de piña y hierbabuena; el moneda es a base de whiskey, jerez y jarabe de palo; y el sullivan, cuya mayor virtud sea el riquísimo sorbete de maracuyá mezclado con vodka y espumoso.
Cada ángulo de la vista vale la pena: por un lado la Torre Latinoamericana y al otro el Zócalo. Es una terraza espaciosa y tranquila, tal vez un poco más de lo esperado, pero seguro es porque aún no se le conoce bien. Aún así verás que entre plática y plática el tiempo se pasa volando, y cuando te menos te des cuenta querrás volver a este nuevo oasis del Centro.
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Parece que los buenos lugares se esconden para aumentar la emoción de ser hallados. Club Petanca Roma es uno de ellos: al fondo de un restaurante, y si no fuera por los aplausos y bullicio lejano, pasaría desapercibido.
Una plancha de arena es el escenario principal donde los jugadores preparan sus mejores tiros contra sus adversarios. El deporte que practican da nombre al bar, petanca es un juego europeo que involucra bolas de acero y un boliche (bola pequeña de madera) como meta. El vencedor es el que logra llegar más cerca del boliche.
Si no eres hábil en el deporte, te reciben amablemente en la barra con destilados y vino. Para ponerte a tono y animarte a jugar, pide un espadín ligero: mezcal en su presentación original traído desde Oaxaca, ese que desde el primer besito te llena de confianza.
La coctelería es básica pero abundan los distintos tipos de licores y cervezas de etiqueta mexicana. Acá sirven vino al estilo tap room; la copa del Espuma de la Casa, proveniente de Ensenada, se sirve fría y te sienta bien al estómago si pediste algo para comer.
La oferta gastronómica incluye tortas, fruta, chilaquiles, huevos, guisados, ensaladas, cortes de carne, tuétano, quesos y botanas. Pero si sufres de hambre voraz, ordena una salchicha de pollo o de cerdo. Ambas están jugosamente llenas de sabor y calientitas por el pan suave que las abraza. El sabor lo resaltan la mostaza, catsup casera, relish y cebollas encurtidas. Acompáñala con chips de camote y dip de habanero para
Rascacielos corporativos, innumerables baches y un mar de camisas blancas, pensar en Santa Fe cansa a la mente más de lo necesario. Pero para alivianar este malestar, el Hilton añadió un pequeño oasis nocturno de viernes y sábado al piso 15, Cielo Rooftop con una envidiable vista y acceso a la alberca. La vitamina T de la fiesta: una terraza.
Tonos de madera y amarillo cobre rodean el lugar, un espacio con mesas y sillas altas, sillones con cojines bordados y techo abierto del que cuelgan enredaderas y atrapasueños tejidos. El estilo hippie chic que no defrauda a la selva citadina y mucho menos a sus espectadores: son jóvenes, usan sombrero del Corona Capital, ellos van encamisados y ellas llevan tacón; por cada dos treintañeros hay 18 veinteañeros.
Solo te dan mesa si pides botella, excusa suficiente para llevar a más de cinco amigos y economizar la cuenta. Sirven los viejos confiables de tequila, ron y vodka, a lo más que aspiran en coctelería es un sex on the beach en su punto de tropical acidez, pero cuentan con baileys, mezcal y gin para alejarse de lo ordinario.
Al fondo está el dj con una mezcla de oldies ochenteras durante las primeras horas de la noche, y posteriormente le da play al reguetón, a Calvin Harris y a Pibtull. Cruzando está la alberca donde se organizan pool parties, mismas que anuncian en redes sociales e ingresas bajo reservación a tu nombre.
Vaya, estamos hablando de un spot que es la periferia de los universitarios, pero es bueno conocer un lugar dond
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Una visita es suficiente para que “la terraza del Dowtown” entre a tu lista de lugares favoritos. Quizás sea la arquitectura moderna casada con los colores y mobiliario retro –una de las especialidades de Grupo Habita, o tal vez el contraste que genera ante la imponente vista a la fachada del Casino Español y a la Torre Latinoamericana. Lo que es seguro es que aquí saben aprovechar los espacios para convertir un desayuno en un evento solemne, un estreno cinematográfico en una barra libre interminable, o una noche cálida en un fiesta maniática.
Hay espacios con sillones y mesas para descansar o tener un espacio privado con tus acompañantes y comer o beber, dependiendo del evento huésped. Cuando se organizan las pool parties está la alberca y el jacuzzi, los trajes de baño y las pieles al sol tomando color y moviéndose al ritmo que marca la cabina del dj, el punto focal de toda la terraza. Los meseros van de aquí a allá con bebidas tropicales, como un mojito recién preparado; con vasos highball de vodka con cranberry; o botellas de cerveza heladas y sudando.
Casi siempre –según el anfitrión– sabemos que si la fiesta es en el rooftop del hotel Downtown México, vale la pena cancelar otros planes; averigua si hay cover o si necesitas pertenecer a una lista especial para tener acceso. O bien, si es tu cumpleaños o quieres festejar algo especial, podrías cotizar una barra libre, unas botanas y hacer de una albercada una leyenda.
El lugar es al aire libre con una distintiva vista hacia las jacarandas. Los equipales de colores cobrizos dan un toque prehispánico, mientras las paredes se adornan con alebrijes y máscaras.
De cortesía te llevan el mezcal mono araña, traído de Oaxaca y destilado en alambique de cobre. La coctelería de la casa está hecha a base de champaña. Prueba el twinkle con vodka y un suspiro de flor de sauco, pero si prefieres los sabores ácidos recomiendo el french 75 con ginebra, limón y un poco de naranja.
La variedad gastronómica corre a cargo del chef Gerardo Delgado (hotel María Condesa H&S). Como entrada pide los sopecitos de masa azul o los tlacoyos que traen salsa molcajeteada, nopales y pico de gallo, que seguro no querrás compartir. Abre el apetito con una sopa de frijol negro zacatecano y un toque de hierba santa. La torta ahogada tiene un intenso –pero ideal– picor de chile guajillo con mulato y su carne al punto.
En esta joya escondida en la Condesa puedes trabajar con tu laptop, llevar un libro o a ese alguien especial para una primera cita. De miércoles a viernes tienen música acústica en vivo a partir de las 9pm.
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Tanto el logo como el nombre de este bar hacen referencia al jigger, la herramienta más usada por los bartenders para medir cerca de los 50 mililitros. Para entrar, tienes que atravesar el cuidado jardín y pasar por la fuente iluminada con antorchas.
Una vez adentro, la decoración de terciopelo en tonos profundos –como los de las piedras preciosas–, el bronce y la madera oscura te harán sentir envuelto en una atmósfera cálida y sofisticada. Encontré una impresionante barra de mármol, donde la estrella de la mixología, Mica Rousseau (Nikki Beach Los Cabos y Buddha Bar México), seduce con sus cocteles.
Del menú de tragos clásicos con una nueva interpretación pedí el inside manhattan, con bourbon, vermouth y Angostura; es una combinación infalible de sabores potentes que se renueva al ser servido en un vaso old fashioned. Adentro flota una esfera hueca de hielo que el barman rompe justo al momento de servir.
Su versión del ramos gin fizz también me gustó, pues es una aromática mezcla de gin, limón, clara de huevo, crema batida y agua de azahar, puesta al día con helado de vainilla y un toque de jarabe de violeta. Es una bebida retro, muy al estilo Nueva Orleans que, si no se prepara correctamente, puede resultar pesada y empalagosa: no fue el caso en Fifty Mils.
Si te da hambre tienen propuestas exóticas, como los churros de jaiba con aderezo de serrano, que sonaban más ricos de lo que resultaron (sabían poco a jaiba y más a masa de churro desabrida); y otras más acertadas, como
Alrededor del mundo, los bares de hotel tienen cierto prestigio que en México no se ha explotado. Aquí se cuentan con una mano y, entre esos pocos, destaca el recién remodelado bar del Hotel W. El servicio es impecable y el lugar es bastante cómodo, algo que uno descubre poco a poco, porque, a simple vista, parece que la decoración salió de una de las glamorosas, pero sórdidas novelas de Bret Easton Ellis.
Hay un aire de lujo viejo por ahí, pese al contemporáneo look del lugar. Dan ganas de beber y beber, reservar una habitación y, ya de una vez, visitar el spa.
Qué tomar: Mazapán martini (vodka, mazapán, Frangelico y un toque de licor de café).
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Una cantante frondosa ameniza las tardes y noches en este bar de madera y sillones de piel que cuenta con una estupenda terraza rodeada de jardín.
Entre inquilinos y algún ex secretario de estado, puede degustarse un single malt de una carta pequeña pero diversa que sólo se muestra a la vista, en la barra. Raúl, el mesero que nos atiende, comenta que hay un auge del whiskey bourbon, pero “entre los jóvenes no hay una cultura por las buenas bebidas, lamentablemente”. Lo lamentable sería no darse el lujo de degustar un Glennfidich 15 o 18 años, un Talisker 10 años (de los preferidos) o la rareza con toques de vainilla, An Cnoc 12 años.
Entre jazz en vivo y botana de cortesía, este bar ofrece además un hielo especial que se derrite muy lentamente, para quienes decidan profanar su malta.
Single tip: ¿a dónde ir esos domingos o días de asueto oficial en los que hay bares que no abren en la noche? Esta es una gran respuesta.
El single malt es un privilegio y la vista a la Diana Cazadora de este bar insignia de la cadena St. Regis también lo es.
La barra es dominada por un cuadro de Pablo Weisz Carrington, hijo de “Leonorísima” y pintor de cierto talento. La carta es presentada en una fría iPad y la oferta es pequeña, pero con una selección notable que incluye el Macallan 18 años, el Cragganmore 12 años o el –recién llegado– Clynelish 14 años.
El lugar ofrece botana sin costo adicional y es amenizado por un pianista y un contrabajista. Ya sea en el interior o en la terraza, este bar concurrido por hombres de negocios es un sitio perfecto para invitar a la mujer de tus sueños y recibir una medianoche veraniega.
Tip: Si tienes suerte, una noche puedes toparte a Fergie, Bono, Marilyn Manson o hasta a Joan Sebastian.
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