Kenneth Goldsmith
Foto: Alejandra Carbajal
Foto: Alejandra Carbajal

Entrevista con Kenneth Goldsmith

Platicamos con el autor del libro Escritura no-creativa: la gestión del lenguaje en la era digital

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En tiempos de internet, en los que reina la democratización de la información y del lenguaje, hablar sobre los procesos literarios es una obligación. Con su imponente semblante, su traje de impecable confección y sus irreverentes e innovadores planteamientos sobre la apropiación y el plagio, el poeta y académico neoyorquino Kenneth Goldsmith (1961) ha asumido la polémica tarea de desestabilizar lo que entendemos como literatura y cambiar sus reglas.

¿Cómo decidiste ser poeta?
Era artista visual y hacía esculturas con libros. Estos requieren palabras dentro de ellos, ¿no? Entonces comencé a trabajar con ellas y me interesé más en eso que en la escultura. Con el tiempo, sólo seguí “haciendo palabras”.

A tu consideración, ya se han escrito tantos textos interesantes como para crear más. En esa premisa reside el planteamiento de la escritura no-creativa que consiste en priorizar el plagio sobre la creación de literatura original. ¿Cómo entiende el gremio literario esta práctica?
No se comprende. Nadie lo había intentado. Lo que Marcel Duchamp hizo hace 100 años apenas está llegando a la literatura. Apropiarse de imágenes en el arte ya pasó de moda, nadie quiere seguir haciéndolo. Pero en literatura nunca se había hecho, por eso lo estoy llevando a cabo.

Foto: Time Out México

¿La academia lo asimilará pronto?
Es inevitable. Puedes aferrarte a tus ideas pasadas de moda, pero el mundo está cambiando rápidamente y la literatura debe responder a eso, muy pronto.

¿Por qué es importante para la literatura atravesar por una etapa vanguardista, que las artes visuales y performáticas experimentaron hace 50 años?
Porque actualmente tenemos internet, que está hecho completamente de lenguaje. Si tienes un archivo .jpeg en tu correo que no se decodificó como imagen, sino como kilómetros de código, observarás que son letras y números. Eso es lenguaje escrito: todas las imágenes, los sonidos y los videos de internet están hechos de letras. Por lo tanto, todo lo que estamos haciendo en línea es escribir.

¿Internet es la pieza faltante de esa transición?
Eso creo, no hubiera tenido sentido antes. Las artes visuales reaccionaron ante la fotografía y la música ante la grabadora. Ahora el lenguaje escrito lo hace ante internet.

En la introducción a Escritura no-creativa, te refieres a Helene Hegemann, una alemana que escribió un libro de memorias, la mayoría de ellas plagiadas. Mencionas que ella tuvo que disculparse una vez que descubrieron su plagio. ¿Llegará el día en el que los escritores no-creativos no tengan que disculparse?
Los djs tuvieron ese problema hace mucho tiempo. No son realmente músicos con sus prácticas, pero ahora un dj mezcla un gran set y nadie piensa mal. Es inevitable que experimentaremos el mismo proceso con la literatura.

¿Cómo acercarse a estas nuevas formas literarias?
Ya lo hacemos. Cada vez que lees el timeline de Twitter estás cerca de la nueva literatura. Cada vez que te desplazas por el feed de Facebook, también.

Pero no es un proceso consciente.
Nadie lo dimensiona así, yo lo planteo. Si comenzamos a leer Facebook y Twitter bajo esos preceptos, verás las memorias y autobiografías colectivas de nuestro tiempo. Son hermosas y horribles, como debería ser la literatura.

Acerca de la única exposición que has presentado en la Ciudad de México, Printing Out the Internet (en la que se abrió una convocatoria para que la gente “imprimiera el internet” y enviara sus páginas a la galería LABOR), ¿por qué sucedió en una galería mexicana?
Me ofrecieron montar la exposición puesto que en LABOR están muy interesados en formas tradicionales de arte, pero también en sus nuevas prácticas digitales. Tenía sentido que me invitaran y que se presentara una pieza como Printing Out the Internet ahí, para ver qué sucedía cuando lo digital se encontraba con lo físico.

¿Cuál fue el resultado de ese proyecto?
Nada. Todo el material fue reciclado. Sólo se fue.

¿Lo harías de nuevo?
No. Sólo tenía que ser hecho una vez.

¿Cuál es tu próximo proyecto?
Voy a publicar un libro que consiste en la reescritura del Libro de los pasajes de Walter Benjamin, pero de Nueva York del siglo XX. Retomé su metodología de manera idéntica y pasé 10 años en bibliotecas copiando fragmentos sobre esa ciudad. Al final, tiene mil páginas, igual que el de Benjamin.

Anteriormente te has descrito como el poeta más aburrido del mundo; ¿qué piensas al respecto de ser nombrado “el poeta más controversial” de acuerdo con medios como The New Yorker?
Estoy acostumbrado a la controversia. Estas no son ideas sencillas y alguien tiene que decirlo.

Escritura no-creativa: la gestión del lenguaje en la era digital, 
Kenneth Goldsmith.
 Tumbona Ediciones / Sur+ Ediciones, México, 2015.

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