Una fría e imponente Giganta te da la bienvenida al acervo de José Luis Cuevas y otras exhibiciones. Son más de mil 800 obras latinoamericanas las que conforman la colección permanente, entre las que se encuentran dibujos y pinturas del artista que nos recuerdan a autores y libros leídos en la adolescencia.
La impresión que dejan los cuadros es de asombro, de ensueño, de simple horror; los colores desatan algunos demonios de nuestro interior al grado de parecer una terapia psicoanalítica. En una de las salas hay una pieza hecha con sobres, muy ingeniosa por cierto, donde se trazan corazones, nubes, paisajes y gran parte de lo cotidiano.
También se pueden encontrar óleos de gran tamaño. Algunos otros parecen ser nada a la vista, pero lo rescatable de esto que no podemos descifrar es la complejidad de las dimensiones, que generan una especie de ilusión óptica. Si puedes, busca a Jack "el Destripador".
Como parte de este museo se encuentra la Sala Erótica, reabierta en febrero de 2014, que es el resultado de una unión entre el acto creativo y el acto amoroso expresado en técnicas como el pincel, la tinta china, la acuarela, el óleo. Está compuesta por más de 40 obras del artista mexicano producidas entre 1981 y 1982 en las que se narran las visitas amatorias de Cuevas por diferentes hoteles (Misión), moteles (El Silencio, Las delicias), ciudades (Nueva York, Barcelona, DF), prostíbulos y cuerpos femeninos. No hay más.