Antes de reunir a los compadres de la Escandón con la juventud condechi, antes de tener pantallas gigantes para ver los partidos de futbol y antes de su prodigioso costillar de cerdo a la cerveza, esta cantina ya era El Fuerte de la Colonia.
A mediados de los 80, cuando la actual administración llegó a esa esquina de José Martí y Comercio, los socios encontraron la placa de su fundación con ese nombre y el año 1946, recuerda Andrés Álvarez, encargado del lugar.
Con los años la clientela ha cambiado. El trago preferido sigue siendo el Bacardí blanco, lo que podría explicarse al mirar a los parroquianos de cabellos canos que llegan entre semana para jugar dominó.
Al mismo tiempo ha crecido el consumo de cerveza y mezcal. Los departamentos que han sustituido a las viejas vecindades de la Escandón van conformando una nueva comunidad de gente joven y exquisita que no desprecia lo mejor que tiene la cantina para ofrecerles: su comida y su ambiente relajado.
El Fuerte reivindica el ambiente familiar. Basta visitarlo un Día del Padre (asegúrate de reservar antes) para ver a niños acompañados por sus tías, abuelos y mamás dando sus primeros pasos en el arte de comer cabrito horneado.
Aunque el lugar fue remodelado hace unos seis años, no tiene un solo detalle particularmente atractivo. Tal vez lo único entrañable sean sus mesas con esquinas huecas para poner las cervezas, una cortesía para los nostálgicos de las cantinas clásicas.
Lo bueno: el lugar no necesita el maquillaje. Su extensa carta y su ambiente cómodo para las buenas charlas compensan varias veces cualquier acabado insípido en sus paredes. La música la ponen una pequeña rocola o algún trovador ocasional.
Si lo que quieres es abandonarte al gusto de comer o ponerte al corriente con un amigo, sin que los tragos se acaben, puedes ir cualquier tarde entre semana. Tendrás a los meseros y la música para ti solo. A partir de los viernes, olvídalo. El ambiente se vuelve un poco más Godínez, y se presta para sacar el estrés de la semana con unos tequilas y un caldo de camarón.
Más de 95 platillos a escoger en cuatro tiempos por el precio de cuatro bebidas. Obligados: el costillar de cerdo a la cerveza, las tostadas de pata o ceviche y el jugo de carne.
El administrador recomienda variar lo que pides y poner a prueba la regla de oro de la casa: “nunca decimos: no hay”, en lo que respecta a platillos o bebidas. Prueba los dulces mexicanos de los vendedores que entran ocasionalmente y no olvides ponerle monedas a la rocola. La idea es pasarla bien y perpetuar la tradición.