La Ciudad de México tiene opciones para disfrutar día y noche, descubre los antros y bares secretos, los bares con terraza y nuestro Top 10. Bares con comida en la Ciudad de México.
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Salir de fiesta en lunes
Lo mejor del Limantour está en sus tragos. En las páginas de su menú encontrarás alrededor de diez cocteles por cada tipo de licor, además de una variedad de bebidas convertidas en jelly shots. ¿Te gusta el gin? Prueba un french 75 con ginebra, Veuve Clicquot, jarabe artesanal y limón. ¿Vodka? Tómate un berry collins con vodka, Cherry Marnier y fritas del bosque maceradas. Aquí hay variedad para todos los gustos.
Con un gran letrero luminoso presumen de ser “su lugar romántico de México”. Esta es la entrada a un salón de baile con 73 años de tradición. Su aire retro de inmediato transporta a una época de machos y ficheras. Una mujer ataviada con un vestido negro aterciopelado recibe a quienes ingresan a este submundo ficheril.
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Probablemente la cadena Hookah fue la responsable de popularizar y poner de moda en nuestra ciudad el fumar esa pipa de agua original de países árabes, conocida como narguile, shisha o hookah. Transpórtate al Medio Oriente sin salir de la Ciudad de México.
Alrededor del mundo, los bares de hotel tienen cierto prestigio que en México no se ha explotado. Aquí se cuentan con una mano y, entre esos pocos, destaca el recién remodelado bar del Hotel W. El servicio es impecable y el lugar es bastante cómodo, algo que uno descubre poco a poco, porque, a simple vista, parece que la decoración salió de una de las glamorosas, pero sórdidas novelas de Bret Easton Ellis.
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La cocina es la misma que la de Lampuga, así que todo lo que hay en el menú es garantía: tostaditas de atún fresco, pulpo a las brasas con lentejas, ceviches y aguachiles que son perfectos para “echar el coto” entre una cerveza y otra. Si de por sí el lugar es acogedor —de decoración contemporánea, pero cálida gracias a las maderas y los silloncitos acolchonados de una de sus orillas—, el servicio lo hace más.
“Hermosa flor de pitaya, blanca flor de saramuyo, en cualquier parte que vaya, mi corazón es tuyo. ¡Bomba!” Los manjares de la península yucateca son la especialidad de la nueva cantina del Pata Negra, por lo que tuve que comenzar dedicándole un tradicional verso a esta comida. El lugar es muy amplio y vistoso desde afuera, con grandes ventanales en la entrada.
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Sube a la terraza del edificio de Michel Rojkind en donde la cerveza está buenísima. Para obtenerla, hice el ritual del lugar que “es como de kermesse”. Compras boletitos en la taquilla ($75) para cambiarlos por comida o cerveza de barril (si pides coctelería o cervezas embotelladas te cobran directo en la barra).
Es una gran noticia que un sitio como la Licorería Limantour expanda sus horizontes: nacida en la Roma (Álvaro Obregón 106), su barra tiene una de las mejores ofertas cocteleras de la ciudad, por lo que era de esperarse que –en no mucho tiempo– otros barrios comenzaran a reclamar un espacio similar dentro de sus perímetros. Donde esta suposición se hizo realidad fue en Polanco, justo en la parte más agradable para caminar: entre Masaryk y el Paque Lincoln, en las inmediaciones del Pasaje Polanco.
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El amor por la cerveza (artesanal, casi sobra decir) llevó a Jaime y Rodolfo Andreu –creadores de la deliciosa Tempus y dueños del bar El Depósito– a poner un local que no sólo sirviera su bebida favorita sino que también la fabricara. Así nació La Graciela, la primera microcervecería-restaurante en el DF desde Beer Factory (que es cadena, así que se cuece aparte).
Enorme y guapa barra, mesas rojas, espejos opacos. Es una cantina vieja y eso se ve y se disfruta. La decoración es un viaje en el tiempo hasta el Porfiriato y aunque el menú se reduce a tacos de guisado vale la pena, mucho.
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