Si andas buscando plan nocturno en la zona centro de la Ciudad de México, además de los antros y bares en la Roma, del Centro o de la Cuauhtémoc, te recomendamos estos lugares en la Condesa.
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Disfruta la vida nocturna en la Condesa
La música es importante para todos, pero hay quienes simplemente aspiran a hacer de ella el centro de su existencia. Gracias a gente con ese nivel de obsesión es que existen espacios como éste, que es un tres en uno: tienda de vinilos (99 Records), un bar y el listening room. De todos, éste último es el más especial, pues es un espacio donde todo está completamente acondicionado para disfrutar la música con un sistema de sonido poco común, que va de pared a pared, y donde, según me explican, logran una claridad superior al dividir el sonido en cuatro vías, bajos, medios bajos, medios altos y altos.
El listening room es un gran lugar para ir solo o en grupos pequeños, de hecho no aceptan mesas de más de 6 personas y, al abrir la carta, en la primera hoja verás que te recomiendan hablar en voz baja. La idea es que los visitantes guarden silencio para disfrutar la cartelera de discos del día (tienen alrededor de 10 mil vinilos en la tienda).
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Esta selección siemore tiene algún hilo conductor, ya sea geográfico, de género musical o histórico, con lo cual buscan rescatar algo que se ha perdido con las apps de música: escuchar discos completos. Durante mi estadía descubrimos y disfrutamos como nunca antes las sutilezas de Nubya Garcia y Milton Nascimento.
Hay cocteles clásicos y signature, los cuales llevan el sello de Ismael Martínez (Hanky Panky), y todos están inspirados en canciones. Por ahí está Ha Ha I’m Drowning de The Teardrop Explodes o
Después de una remodelación, el Leonor está de vuelta y con todo. Cada fin de semana, este pequeño lugar, alberga noches épicas de baile, excesos y diversión. La música cambia con el dj en turno, pero los set lists más exitosos son los que van desde los clásicos de Michael Jackson y Madonna hasta los beats más hot del momento.
El único problema es que por ahí de las tres de la mañana, ir de la pista de baile a la barra (una distancia de aproximadamente cuatro metros) significa ser pisado y empujado por las decenas de personas presentes. Si finalmente llegas a la barra, deberás esperar otro rato para que te atiendan y te cobren. Sin embargo, a pesar de estos contratiempos, que más bien hablan del éxito del lugar, Leonor se ha posicionado como uno de los mejores centros nocturnos de la zona, donde te encontrarás sudando en la pista de baile hasta el amanecer.
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Te aseguramos que el AM es mucho más que un sitio donde podrás echar fiesta hasta muy entrada la madrugada, porque cuando todo termine, estarás convencido de que valió la pena tu elección.
Es un club de tres pisos. En el segundo, después de subir unas escaleras de caracol (el elevador es decorativo), es donde sucede toda la magia: hay mesas translúcidas que cambian de color y te guían hacia el dj booth al fondo. El techo y las paredes de la pista de baile están cargadas con efectos de luces LED multicolor, a esto se le suma la precisa capacidad y ecualización del equipo de sonido (de los mejores de la ciudad). No le pide nada a los clubes concepto de otros países.
La barra es un oasis cuando el lugar está repleto de noctámbulos, tienen un sonriente servicio, son rápidos y los tragos son servidos por manos generosas a precios razonables.Al subir al tercer piso encuentras la terraza para fumadores, y si la casa está llena, ten cuidado, porque encontrarás abierta la barra de shots.
Este club ha dejado huella en los corazones de los fiesteros electrónicos capitalinos. A lo largo de más de diez años, ha sido un punto de reunión, socialización y experimentación musical. Luego, con la explosión demográfica de amantes del audiovisual electrónico, aquí les abrieron las puertas para recibirlos como en casa.
Justo así, como en casa, en AM no tendrás problemas en la cadena, a menos que lo merezcas (si llegas en shorts o en estados inconvenientes). Si registraste tu nombre y el de tus am
En la Condesa nunca faltan lugares para aliviar la sed de la mala mientras bailas al ritmo del último hit musical, pero estos factores no impiden que cada cierto tiempo un nuevo integrante se ha sume a la lista de opciones antreras. Ejemplo claro de ello, Studio 73.
Este pequeño lugar pasaría desapercibido si no fuera por el número 73 en la entrada que servirá de guía durante la noche. Si quieres sortear a los cadeneros tendrás que asegurar tu consumo al interior; para tu fortuna casi siempre cuentan con alguna promo para que le saques partido a la quincena. ¿Alguien dijo todo a $99 y sin cover? Ponte listo y checa lo que anuncien en redes.
Una vez dentro no habrá marcha atrás, ¡no te asustes! aquí no hay nada de aburrido. Siempre hay un dj que se asegura de mantener tu atención en la pista de baile. Nos tocó con el productor mexicano Elías Valdez, quien con una mezcla de canciones nuevas y alguna que otra clásica de los dosmiles con un toque neo perreo (o electro reguetón) cumplió con la energía del lugar.
La música y decoración te hacen sentir en una especie de rave o en un pequeño Patrick Miller del reguetón, en el que las luces neón y la máquina de humo suman puntos para conseguir este efecto. Punto clave de Studio 73: el arte en graffiti, trabajo del diseñador gráfico e ilustrador Jesús Cruz. Figuras loquísimas de distintos temas que aluden a la diversión nocturna en la ciudad; además la barra presume coquetos letreros brillantes imposibles de perder a la lejanía.
No ser
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Con las abundantes propuestas para comer y beber en la Condesa se complica llegar a las que no se ven a simple vista. Dentro del Hotel San Fernando hay un bar apenas perceptible para aquellos amantes de los destilados mexicanos y los espacios tranquilos.
Lounge Fernando se encuentra a unos pasos del Parque México; aunque la zona puede ser muy concurrida, al entrar es sencillo ignorar el caos que pasa afuera. En sus interiores predominan los tonos tierra, las luces tenues y un ambiente relajado para extender la plática con coctel en mano.
En la carta de bebidas predominan el mezcal, el tequila, el sotol y la raicilla. Probamos la margarita franciscana, con mezcal, xila, tamarindo y limón amarillo, un trago refrescante e ideal para abrir el apetito. Aunque Magia Negra, la mezcla de tequila, naranjo, carbón activado, limón amarillo y un toque de coco fue el favorito de la noche por sus notas cítricas en armonía con el destilado.
La lista de alimentos es breve y se centra en el maíz: tostadas, taquitos, empanadas, esquites y gorditas. Desearíamos que las porciones de las tostaditas de atún fueran más grandes, pero los ingredientes se sienten frescos y los sabores son memorables. Recomendamos también los taquitos de rib eye para complementar.
Tip: Hay cocteles clásicos y bocadillos al 2x1 de lunes a jueves en un horario de 4-7pm.
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En una ciudad donde la onda se muda de barrio cada seis meses, ¿hay alguien que siga invirtiendo en las zonas sobreexplotadas que van en picada? Hace mucho no abría ninguna propuesta interesante en la Condesa. Doméstico, autodenominado “cantina casual”, dio la sorpresa.
La carta hace un esfuerzo por ofrecer licores nacionales más allá del tequila y el mezcal, como el bacanora, de Sonora; el sotol, de Chihuahua; la raicilla, de Jalisco; y el xtabentún, un licor maya hecho con miel de abeja fermentada y anís. Perfecto. Uno se deja seducir sin muchos peros después de ver su decoración sofisticada, con una linda terraza que antoja para crudear un sábado en la tarde o pimplar unos sotoles en una noche calurosa. La deliberación de los cocteles: si quieres ir a la segura, prueba un sotol, aventúrate con el carajillo de xtabentún o pide el jarrito reyes, con jugo de toronja y licor de chile ancho. El horchata romero, con mezcal, es una gran idea mal ejecutada. La bebida llegó sin estar revuelta, poblada de ramas secas de romero que se quedaban pegadas en la boca. Luego probé el sr. ramos, con gin, limón amarillo, crema para batir, clara de huevo y jarabe. Era el sonido de un vidrio rompiéndose hecho líquido.
Otros lamentos: no hay carta de comida (si preguntas, pueden prepararte un club sándwich o un hot dog). La botana es inconstante: a veces dan y otras no. Lo que no varía es el servicio lento y despistado.
Frustración. El lugar tiene muchísimo potencial. Ojalá pulan las inconsiste
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La máquina del tiempo sufrió un desvío y el año 1521 aterrizó sobre Álvaro Obregón. Cuando creímos que la nueva década se trataría de minimalismos y espacios en blanco, llegan proyectos como Tlecán, que nos hace retomar nuestras raíces sin siquiera saber que lo necesitábamos. Y bueno, a nadie le cae mal una nueva mezcalería en plena hipsterosa delegación.
Tlecán significa lugar del fuego en náhuatl; vaya, la matriz del concepto radica en esta connotación a la cultura prehispánica. Tras pasar la angosta entrada, te topas con una iluminación interior juguetona, entre sombras y tenues focos en rincones estratégicos —trabajo del estudio mexicano Lum Lum Iluminación—, el olor a incienso recorre la nariz y la vista se pierde en el color chedron de las paredes desnudas.
La Gran Tenochtitlán sigue presente en una réplica de la escultura conocida como el disco de la muerte —obras de Tezontle Studio—. ¿Y qué sería de la historia mexicana sin sus destilados? Tienen mezcales de Oaxaca, Michoacán, Durango y Sonora. El tobalá se suma a la gama de los aromáticos que se sienten suaves al primer sorbo, mientras en el cuishe destaca el sentido ahumado.
Los cocteles son tan particulares como su audiencia (o sea, hay diversidad), donde el old fashioned 175 es un trago corto de mucha personalidad con amaro y espadín, rematador con azúcar mascabado macerado. Hay un vampiro 165 con espadín, cuyo jarabe de pimiento se siente más como un caldo tomatoso, aunque bien bajado en frescura gracias a los cí
El Felina es uno de esos bares que he visto crecer. Me acuerdo de él, por allá de 2009, y recuerdo que sentí orgullo de mí misma por haber encontrado un rincón de la Condesa que carecía de pretensiones y precios absurdos. Desde entonces, la selección melódica de ese localito -como boogaloo y soul- ha sido impecable. Tras una remodelación a principios de 2015 (en la que cambiaron la entrada a Baja California e hicieron los baños y la barra más cómodos), Felina regresa.
Su menú de coctelería, que ya era una referencia en la ciudad, se ha sofisticado bajo el cargo de su nueva bartender, Jane.
Además de los clásicos, hay que probar el double roses gimlet, un trago refrescante con ginebra, limón amarillo, Lillet Blanc, agua de rosas y una rama de romero; y el hanky panky 24, fuerte por el fernet que se acompaña con ginebra, vermut rojo y Mandarine Napoleon.
Para qué engañarse: esos tragos a media luz, son invitación al romance (aunque sea al de una sola noche). La clientela ya no es la que busca fiestón loco, sino el disfrute de un buen trago al terminar el día. Los años han pasado sobre Felina y sobre quienes nos hemos ido y vuelto a él. Casi todo ha cambiado desde que abrió (yo creo que para bien). Afortunadamente, la música sigue igual.
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El boom de los wine bars en la Ciudad de México es innegable, por suerte. Atrás quedaron los tiempos donde lo único que se tomaba en la mesa eran destilados y cerveza. Hoy encontramos opciones que valoran y promueven el vino mexicano y otras latitudes históricamente vinícolas.
Natas Wines nació como una distribuidora de vinos durante la pandemia. David, su creador, se dedicaba a la música, pero con la llegada del Covid-19, se fue a vivir a Ensenada. Como buen francés, es amante del vino, y al llegar a la Baja, no dudó en alzar la copita. Poco a poco fue conociendo a los productores de la zona, aunque lo que más le atrajo fue el vino natural, una “tendencia” cada vez más aceptada, a pesar de los prejuicios.
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Ahora, radicado en CDMX, Natas es el espacio donde exhibe esos tesoritos. Solamente encontrarás vinos naturales, una buena oferta de etiquetas nacionales, como La Casa Vieja, Figura, Pijoan, Altos Norte, Radicante, Bichi, entre otros. Sobre todo vinos de la Baja, aunque también de otras latitudes mexas. Del otro lado de la tienda/bar están los franceses como Bobinet, Olivier Cohen, Domaine Padié o Domaine Rivaton. Siempre hay cuatro opciones por copeo: blanco, rosado, naranja y tinto.
El lugar tiene apenas cuatro mesas, es informal, perfecto para ir a echar la copita con tu bestie o llevar a tu date. La iluminación es tenue, íntima. La música es ecléctica y tienen un programa mensual con varios selectores y DJs invitados. Lo único que echam
Su nombre embona a la perfección con la ambientación del lugar. Ideado bajo el concepto de fachada de tienda de pueblo, este espacio recibe a sus visitantes con mostradores que exhiben papillas para bebé, jabones Zote y paquetes de bicarbonato de sodio, mientras que una de las repisas del anaquel presenta productos como refrescos en botella de vidrio y triangulitos de Boing que se encuentran a la venta. El concepto general del lugar se basa en aquellas misceláneas en las cuales se acostumbra servir bebidas alcohólicas en la parte trasera del lugar. Las bancas de todos tipos, lámparas con efectos de falla eléctrica, piso de mármol muy corriente y música “populachera” le dan un aire pueblerino.
Las paredes lucen artesanías y cuadros creados por diseñadores mexicanos y garrafones de cristal que contienen una variedad de 22 mezcales diferentes que varían entre los 31 y 54.7 grados de alcohol, tales como el espadín blanco o el espadín reposado, el cual es altamente recomendable. Cabe destacar que, al pedir alguno, siempre vienen acompañados por el tradicional plato con gajos de naranja y otro con semillas de calabaza para pepenar. Además, cuentan con venta de botellas bajo pedido.
En general, el ambiente es relajado, conformado principalmente por hipsters del área, algunas bandas y alguno que otro personaje del mundo del cine y la televisión. Los meseros tienen un aspecto rudo, pero son bastante atentos, buenos conversadores y ofrecen un rápido servicio. Los precios son accesibles
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