Papalote Museo del Niño (Foto: Alejandra Carbajal)
Foto: Alejandra Carbajal

Museos de Ciencias Naturales

Para que no sufras con las tareas de tus niños, te recomendamos visitar estos museos con temas científicos y estudios sobre la naturaleza

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  • Arte
  • Miguel Hidalgo
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Papalote Museo del Niño
Papalote Museo del Niño
Esta obra fue hecha en 1993 –hace exactamente 20 años– por Ricardo Legorreta. Es un trabajo de restauración, o más bien de reciclaje, que resulta muy relevante. En un principio la fundación del museo hizo un concurso cerrado a unos cinco arquitectos de renombre. El objetivo era hacer un Museo del Niño en el terreno ubicado en Chapultepec. Todos los arquitectos optaron por proponer una obra nueva, como si no hubiera existido nada antes en ese terreno; el único que recuperó o retomó la estructura existente de una antigua fábrica de vidrio fue Legorreta. Nadie del jurado se lo esperaba. Es uno de los primeros proyectos que se hacen en México para reciclar una antigua fábrica, reutilizarla con un uso completamente distinto, lo que implicó una reducción importante en el costo del proyecto. Una fábrica podría sonar como algo muy duro, frío o más conveniente para uso tecnológico, pero Legorreta logró un resultado opuesto al revestir el edificio con esos mosaicos de talavera, con esas grecas muy mexicanas. Retomando los estilos de la época colonial, le dio un toque muy distinto. Otro punto importante, y una de las intervenciones mayores que hizo, fue en la volumetría ya existente de la fábrica, con distintos niveles de volúmenes muy cuadrados, muy rectangulares, como prismas que se complementan con la gran esfera que es la pantalla que tiene el museo en su interior. Hay mucha gente que ve al edificio y jamás se imaginaría que era una fábrica, pero conserva algunos vestigios que la
  • Museos y centros culturales
  • Miguel Hidalgo
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental
Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental
No hay ciudad que se respete sin su consabido museo de huesos de dinosaurios y animales disecados. El nuestro se ve que le dio trabajo a su taxidermista durante los años sesenta, y que luego más bien ha prescindido de sus servicios: siguen siendo las mismas bestias inmovilizadas desde entonces. Esta distintiva construcción, a base de diez semiesferas de hormigón y diseño del arquitecto Leónides Guadarrama, fue inaugurado en 1964. Cada esfera representaría un mundo en sí mismo, de acuerdo a la teoría de la evolución que inicia en el Big Bang y continúa hasta el final de los tiempos. Un lugar verdaderamente fascinante, con algunos clásicos del inconsciente colectivo de los capitalinos: el oso polar de la entrada, los leones que atacan a unos ciervos, el leopardo de montaña que persigue a un faisán, el misterioso celacanto de las profundidades marinas y que se creía extinto, y la impresionante reproducción del esqueleto de un brontosaurio de 20 metros de longitud que hace que todo niño se quede boquiabierto pensando cómo pudo ser posible.
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  • Arte
  • Santa María la Ribera
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Este lugar lo mandó construir Porfirio Díaz exclusivamente para la investigación, difusión y docencia de la geología. Esta ciencia estudia detalles tan atípicos como la distancia que recorre una tortuga en 15 minutos o el volumen que acumularía en un millón de años una gota de agua por segundo. ¿Algo así como el Azteca? ¡Déscubrelo visitando este recinto! El edificio tiene un ligero desnivel hacia la izquierda; sin embargo, conserva la misma estructura desde su inauguración en septiembre de 1906. Por ejemplo, su fachada labrada en roca volcánica o bien, sus fósiles de amonitas (moluscos fosilizados en forma de espiral). Después de ver la gran escalera hecha en Alemania pero armada y recubierta en México, en tu recorrido no puede faltar una visitar al fósil de un mamut hallado en la carretera México-Puebla en 1926. Encontrarás tres salas dedicadas a la Tierra, petrología y mineralogía. Cada uno de los espacios tiene una descripción de qué estudia, para qué nos sirve y cuál es la importancia en la vida diaria. Es un museo para aquellos que no pusieron atención en la clase de ciencias naturales, pues con videos, maquetas y juegos explican el funcionamiento del planeta y sus minerales. Cada mes se organizan conferencias, pláticas, talleres y documentales.
  • Museos y centros culturales
  • Ciencia y tecnología
  • Zona Metropolitana
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Este museo es como un laboratorio a gran escala. Cuenta con 2,500 metros cuadrados llenos de juegos didácticos, maquetas e instalaciones que acercan al público al mundo de la ciencia. La intención de este recinto, que forma parte del Centro de Difusión de la Ciencia y la Tecnología, del Instituto Politécnico Nacional, es explicar de manera sencilla fenómenos físicos. Lo logran al relacionar actividades de la vida cotidiana con principios teóricos que podrían parecer muy difíciles de entender. Por ejemplo, explican cómo los refrigeradores funcionan gracias a los principios de la termodinámica, o que gracias al viento se puede generar energía. Sus exhibiciones permanentes son diseñadas y construidas por el equipo del museo. Su colección incluye figuras robotizadas, maquetas y esquemas en tercera dimensión; brazos mecánicos y modelos a escala de microscopios. Una de las salas favoritas de los visitantes es aquella en la que se resuelven enigmas sobre la energía y el Universo. Está ambientada con piezas que representan a los planetas de la Vía Láctea y se explica cómo la energía del sol influye en diferentes fenómenos físicos, químicos y hasta biológicos. También reciben exposiciones temporales, que realizan en colaboración de escuelas del IPN y otras instituciones dedicadas a la divulgación científica. El museo cuenta con un auditorio equipado con un sistema de proyección digital y audio. Es un lugar perfecto para alimentar la curiosidad de los niños, ya que hay talleres en
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  • Museos y centros culturales
  • Ciencia y tecnología
  • Ciudad Universitaria
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
La respuesta a precios accesibles al Papalote Museo del Niño es este museo de ciencia en el Campus de Ciudad Universitaria, donde también se vale tocar y divertirse. Por supuesto, padece de los mismos males: un buen porcentaje de sus atracciones ya no sirve más, así que la frustración de oprimir el botón rojo y ver que nada sucede puede ser acumulativa. Sin embargo, su sala de matemáticas es divertidísima, en especial las esculturas de espejos en las que uno se asoma al interior para verse multiplicado en esferas, cubos y pirámides flotantes en 3D, y todo como efecto de la catróptica, es decir, la ciencia que estudia los efectos de los espejos. También tiene amenas exposiciones temporales de todas las ramas de la ciencia, en donde los niños suelen salir fascinados (y esas son las mejores, pues como están recién montadas, todo funciona). Tienen también un pequeño planetario, con una función muy entretenida y un montón de objetos que despiertan tu curiosidad y sacan a jugar al niño que llevas dentro.
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