La escuela te arruina muchas cosas, la historia de México repasada año con año durante la primaria puede tener como consecuencia la repulsión al escuchar nombrar a Josefa Ortiz de Domínguez. Lo mismo sucede con este museo, el lugar favorito de los maestros, quienes lograron que un lugar tan maravilloso pareciera un castigo.
Muchos no han regresado desde los 10 años, pero vale la pena volver. Al hacerlo, verás la cultura tolteca con otros ojos, entenderás mejor a los mexicas y a lo mejor y te entra una pasión por los mayas. Y si no sucede nada de lo anterior, mínimo la arquitectura te impresiona. Es imposible recorrerlo completo en un día, pero revisitar algunas de las secciones y ver a la Coatlicue con ojos más adultos te hará cambiar tu percepción de uno de los museos más importantes de México.
Después de 54 años, fue necesario hacerle a los murales El mundo de los mayas (Leonora Carrington) y Mapa de Mesoamérica (Ernesto Vázquez y Luis Covarrubias) trabajos de restauración. Esto se logró bajo la dirección de la restauradora Gilda Salgado y del Laboratorio de Conservación del MNA, quienes a lo largo de dos meses llevaron a cabo las labores de limpieza superficial con aspirado y brochas; así como la eliminación de residuos de intervenciones anteriores.
El mundo mágico de los mayas es una obra que evoca los mitos y leyendas de la cosmovisión de los tzotziles y tzeltales, con quienes Carrington tuvo una experiencia directa en las montañas chiapanecas. Está dividido en tres niveles: el Inframundo, la Tierra y el Cielo. El mural de más de cuatro metros de altura fue encargado por el gobierno mexicano a la pintora en 1963 para adornar la sala Pueblos Mayas.
Mapa de Mesoamérica —exhibido en la sala Teituhuacan— es una muestra de todas las culturas prehispánicas que existieron en el país.
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