Su arquitectura impide apreciar toda la vida de su interior, pero de cuando en cuando hileras de personas rebasan sus puertas en espera de una función de teatro o una exposición. Fue abierto en 1976 en ese resquicio entre Reforma, la Alameda Central y la antigua Pinacoteca Virreinal. El lugar no tiene relación con Cuba ni su embajada, pero alberga todos los eventos relacionados con el poeta que murió por la libertad de la isla caribeña de la corona española. Si no te interesan sus talleres gratuitos de ajedrez, sus cursos de lengua indígenas ni sus funciones de cine, vale la pena, al menos, echar un vistazo al mural monumental de su galería, Canto a Martí, del maestro Luis Nishizawa con la colaboración de artistas cubanos.
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